Con disparos fue recibido el grupo especial de operaciones subterráneas de la Policía de Carabineros, cuando ingresaba a una mina de oro, de la que se había apoderado un grupo ilegal en Buriticá, Antioquia, a 400 metros bajo tierra.
Y es que debajo de esas espesas montañas, se esconde una de las mayores riquezas de oro del país explotada por empresas legales, pero también hay algunas minas en poder de grupos ilegales con las que obtienen ganancias multimillonarias.
“Son dos toneladas de oro las que estarían usufructuando la estructura criminal del Clan del Golfo", señaló el general Alejandro Barrera, director de Policía de Carabineros.
La información de inteligencia daba cuenta de que uno de los túneles de una mina legal desde hace varios meses había sido bloqueado en varios puntos por la estructura del Clan del Golfo, pero luego ingresaban decenas de personas por huecos hechos a la montaña a casi medio kilómetro bajo tierra y por donde también sacaban el oro.
Los uniformados del grupo de operaciones subterráneas ingresaron con la luz de sus linternas y con dificultades para respirar a medida que avanzaban.
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Ver la luz al final del túnel, en este operativo, advertía para el grupo especial el riesgo de ser atacado nuevamente, desde los huecos hechos a la montaña por quienes custodiaban el lugar.
Los uniformados siguieron avanzando lentamente montaña adentro, encontrando trampas mortales como este cilindro cargado de explosivos. Unos metros más adelante un cambuche con carpas, hamacas, cobijas y ropa.
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Uno de los sujetos que intentó escapar por un ducto improvisado, quedó atrapado y fue rescatado y atendido por los uniformados para su posterior captura.
Luego, encontraron otra carpa amarilla, una improvisada cocina completamente equipada. Incluso habían logrado instalar una central de comunicaciones bajo tierra.
Explica la Policía que mientras los uniformados eran atacados o desactivaban explosivos escaparon decenas de mineros instrumentalizados y algunos integrantes del Clan del Golfo por los mismos huecos hechos a la montaña, para extraer el oro.
Tras la gigantesca operación, la zona fue asegurada por el Ejército y la Policía de Carabineros incautó un mortero, más de 430 barras de explosivos, 18 cilindros bomba, 17 motores, plantas eléctricas, taladros industriales, 1 kilo de mercurio, equipos de comunicación y abundante munición.
En el operativo donde se recuperó el control del socavón, varias estructuras artesanales fueron destruidas y el capturado fue enviado a la cárcel.