Juan Fernando Cristo, ministro del Interior, informó este miércoles que las negociaciones con la guerrilla del Ejército de Liberación Nacional (ELN) no se van a retomar.
A través de su cuenta de X, el alto funcionario manifestó que, "tras oir los testimonios de las víctimas y de los funcionarios de Cúcuta y Ocaña, insisto: hoy no hay ninguna posibilidad de retomar el camino de conversación con el ELN, ninguna".
Ante medios de comunicación, el ministro dijo que “lo hemos dicho una y otra vez; es totalmente inexcusable e inaceptable los crímenes cometidos por el ELN. Son actos de barbarie, es una matanza premeditada y organizada la que ha hecho el ELN en el Catatumbo, mientras se preparaban, supuestamente, para una nueva conversación con el Gobierno y reactivar las negociaciones de paz”
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Para el ministro Cristo, el ELN tiene dos propósitos fundamentales: “El primero es apropiarse de la renta de la coca y el segundo, que es un problema de soberanía nacional y de seguridad de Estado para Colombia, es el de ejercer un control territorial sobre la zona de frontera colombo-venezolana en esa parte del Catatumbo. Eso, el Estado colombiano y la sociedad colombiana no lo va a tolerar. El Gobierno ha decidido utilizar todos los instrumentos constitucionales y legales para rechazar esa intención del ELN para pasar a la ofensiva y para restablecer la normalidad de los habitantes de Catatumbo que, además, reciben toda la solidaridad del Gobierno y del pueblo colombiano. Lo que pasa en el Catatumbo es absolutamente injusto y criminal”.
Tras oir los testimonios de las víctimas y de los funcionarios de Cúcuta y Ocaña, insisto: hoy no hay ninguna posibilidad de retomar el camino de conversación con el ELN. Ninguna. https://t.co/erbnEMzr1c
— Juan Fernando Cristo (@CristoBustos) January 22, 2025
Petro reconoce como "fracaso" la crisis en Catatumbo
El presidente Gustavo Petro sostuvo que la crisis que vive la región del Catatumbo, donde la violencia entre guerrillas deja más de 80 muertos, es una muestra del "fracaso de la nación" y supone "uno de los hechos más dramáticos" de la histórica contemporánea del país.
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"La situación del Catatumbo enseña (...) uno aprende también de los fracasos y allí hay un fracaso de la nación", manifestó el jefe de Estado en el acto de presentación de la Línea Anticorrupción 157, en el que agregó: "Este puede ser uno de los hechos más dramáticos (...) de la historia contemporánea".
La crisis humanitaria y de seguridad en esta zona de Colombia del departamento de Norte de Santander era algo anunciado por diversas autoridades, entre ellas la Defensoría del Pueblo que el pasado 15 de noviembre advirtió, mediante su sistema de alertas tempranas, de "la situación de riesgo" para la población civil por la presencia y amenazas de los grupos armados ilegales.
Desde el pasado jueves 16 de enero, día en que la guerrilla del ELN comenzó los ataques contra el Frente 33 de las disidencias de las FARC, unas 80 personas han sido asesinadas en el Catatumbo, entre ellas al menos seis firmantes del acuerdo de paz de 2016.
Igualmente, más de 26.000 personas se encuentran desplazadas en albergues en Ocaña, Hacarí, Cúcuta, Tibú, Teorama, San Calixto, Convención y Ábrego, según informó este martes la Presidencia.
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El presidente Petro sostuvo que la guerrilla del ELN reforzó su presencia en el Catatumbo con guerrilleros que se desplazaron desde el departamento de Arauca y cuestionó que las autoridades militares y policiales no tuvieran "algún tipo de información" al respecto, pues dice que fue un movimiento grande.
"¿Por qué el ELN hoy, a pocos meses de ser muy débil militarmente hablando, es fuerte? Eso tiene unas respuestas que deberíamos ahondar", se preguntó el presidente Petro, que acusó a esa guerrilla de cambiar "revolución por codicia".
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Sobre las cifras de víctimas mortales y desplazados del Catatumbo, el mandatario dijo que hay "más rumor que datos, y que el Gobierno aún no tiene "los datos concretos de cuántas personas han muerto", pues "32 es lo que aparece en las morgues".
"Todos sabemos que aún no se llega a muchos sitios", agregó el presidente.
Por el momento, el Ejército se ha centrado en la distribución de ayuda humanitaria y el rescate de algunos líderes sociales perseguidos por el ELN, mientras que Petro suspendió los diálogos de paz con esa guerrilla y anunció ayer la declaración del estado de conmoción interior y la emergencia económica, medidas de alcance y efectividad cuestionadas.
Miedo en el Catatumbo por cuenta de la guerra
El miedo y la angustia reinan entre los miles de desplazados llegados al coliseo de Ocaña después de dejar atrás su vida en la región colombiana del Catatumbo donde un enfrentamiento entre la guerrilla del (ELN) y una disidencia de las FARC, que dura ya una semana, los obligó a huir de su tierra.
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Llegados de diversos caseríos de la región, los desplazados se congregan en el coliseo Argelino Durán Quintero, nombrado en honor a ese político y exministro oriundo de Ocaña, quien también fue víctima del conflicto armado. Fue secuestrado por la guerrilla del Ejército Popular de Liberación (EPL) en enero de 1992 y falleció en cautiverio mes y medio después, a los 77 años.
Muchos de los recién llegados aceptan hablar con la prensa, aunque pocos revelan su nombre por temor a represalias si regresan a sus hogares, una posibilidad que por ahora consideran lejana.
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"No, yo por allá es muy difícil que vuelva, muy difícil, tiene que arreglarse mucho para uno volver porque (...) hay mucha violencia", dice a EFE Delma Martínez (nombre cambiado).
La mujer, de 66 años, cuenta que el pasado jueves, cuando comenzaron los enfrentamientos entre los 'elenos' y el Frente 33 de las disidencias de las FARC, salió de la vereda (aldea) de Piedras de Moler, en la zona selvática de Teorama, uno de los municipios del Catatumbo.
"Se formó la balacera y me tocó venirme por (el caserío) Las Chircas porque se puso brava la situación", relata en medio del bullicio del coliseo.
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Crisis humanitaria
Según informó el martes de la Defensoría del Pueblo, de las 32.000 personas desplazadas, 15.086 llegaron a Cúcuta, capital de Norte de Santander; 11.503 a Ocaña, segunda ciudad de ese departamento, y 5.300 a Tibú, localidad ubicada en el Catatumbo.
Al llegar al coliseo, son encaminados hacia unos puestos de atención marcados con los nombres de los municipios de los que proceden donde funcionarios les toman los datos en medio de un constante ajetreo por la llegada de alimentos y colchonetas.
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En esa asistencia participan entidades como el Instituto Colombiano de Bienestar Familiar (ICBF), que cuida de la infancia y la adolescencia; los bomberos, la Defensoría del Pueblo, la Cruz Roja Colombiana y el Hospital Emiro Quintero Cañizares.
También hay puntos de "atención sicológica" y de "asesoría espiritual", y en un campo de fútbol situado en la parte de atrás del coliseo, unos muchachos juegan mientras los adultos preparan comida en grandes ollas.
"Uno queda estigmatizado, con nervios por tanta violencia y tantos niños sufriendo", agrega la mujer.
Según explica, su grupo estaba compuesto por "seis personas, tres mujeres y tres muchachos", que salieron caminando en dirección a Ocaña, pero a mitad de camino ella se lesionó una pierna en una caída, por lo cual tuvieron que pedirle ayuda a un motociclista para que la subiera en la parte de atrás.
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La mujer añade que aunque han recibido las primeras ayudas, temen por su futuro si la crisis se prolonga.
"Se están portando bien con nosotros porque nos están dando la 'cabida' y comida", dice, y añade que también necesitan ropa y útiles de aseo. "Yo soy una persona que no tengo trabajo acá, ya no me llega ni (el subsidio de) la tercera edad (...) eso nos lo quitaron", afirma.
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Huyendo de las balas
En la misma situación está Torcoroma, de 37 años, quien llegó a Ocaña junto con su esposo y sus dos hijos, de 16 y 11, procedentes de San Pablo, un corregimiento de Teorama, con el miedo en el cuerpo por "el cruce de disparos entre las FARC y el ELN".
Esta ama de casa cuenta a EFE que el estallido de violencia no fue una sorpresa porque "había uno que otro rumor de que había un cese al fuego solo por la temporada de diciembre, pero no sabemos por qué están en esta pelea" pues hasta ahora, en San Pablo "convivían ambos grupos".
"Se vinieron unas 2.000 personas" cuenta, y añade que salieron "con lo único que pudimos echar en unas mochilas y los papeles (documentos)".
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Sobre la posibilidad de regresar a San Pablo, un caserío que en años recientes vivió una bonanza por la coca, Torcoroma responde: "No, hay que esperar que algo más se normalice y que no corramos riesgo de volver a nuestras casas".
"Ustedes saben que dice un dicho 'el que nada debe, nada teme', pero por matar a otro lo salen matando a uno que no debe nada", concluye.
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