Tras la avalancha que borró del mapa a la vereda El Naranjal, situada en Quetame , Cundinamarca, se empiezan a conocer los rostros que deja la tragedia, que causó la muerte de al menos 28 personas.
Doña Natividad Vargas, cargando encima los años y la tristeza, llegó acompañada por sus nietos hasta ese lugar y contó una historia que pone los pelos de punta.
“Me soñé con mi hermana y me dijo que viniera a buscarla que estaba aquí paradita al lado del muro, tapada y muy honda. Al pie de un muro ella está, cuál muro, no sé”, dijo entre lágrimas.
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Sus nietos le llevaron también una silla. Ella se sentó a contemplar el desolador panorama que le partió, otra vez, el corazón. Desde allí recordó a los que se fueron, a los mismos con los que compartió varios años de vecindad.
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“Aquí vivía la señora Roso, allí vivía don Fermín, la señora Isabel, Marta Cuéllar. Allí estaba mi sobrina”, dijo.
Mientras golpea la tierra con su bastón, que le ayuda a movilizarse, asegura que no descansará hasta encontrar a su hermana.
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“Me decía ‘ayúdeme’, pero yo cómo, si no me podía ni mover. Me da rabia, me da mucha rabia”, concluyó.
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Don Carlos Carrillo es otro de los afectados. Él todavía tiene latente el dolor por haber perdido a familiares y seres queridos.
“Allí fue donde perdí a mi suegra, a mis cuñados, a mi sobrina, al esposo de mi sobrina. Allí ellos supuestamente se refugiaron, pero llegó la avalancha sobre el sector”, aseguró el damnificado.
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Don Carlos llegó hasta el sector en el que estaba ubicada su vivienda: “Esta era mi casa. En eso quedó mi casa, totalmente perdida”.
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Para alguien que tenía su vida allí, es casi imposible no quebrarse ante la destrucción y la incertidumbre del futuro: “Tengo una deuda en el banco, se perdieron los animales. No sé si me darán apoyo, entonces toca esperar a ver qué sale”.