Este fin de semana se llevó a cabo el lanzamiento del libro ‘Un mensaje optimista para un mundo en crisis’, del expresidente y premio nobel de Paz, Juan Manuel Santos .
En él, el exmandatario mira en perspectiva el progreso de Colombia durante los últimos 30 años, con testimonios de personajes que son ejemplo de superación, por ser parte de la paz, o por su influencia en diferentes campos como la economía o el medio ambiente.
Rodrigo Londoño, Alejandro Gaviria, Ana María Ibáñez, Salomón Kalmanovitz, Moisés Wasserman, y Julio Carrisoza, forman parte de este escrito.
Esta fue la conversación del expresidente Santos con el líder de la extinta guerrilla de lasFARC . Rodrigo Londoño, ‘Timochenko’.
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Juan Manuel Santos: ¿cuáles han sido los más grandes incumplimientos en el camino hacia la paz?
Rodrigo Londoño: arranca con la pregunta más compleja. Es difícil hacer un balance en corto tiempo, pero sí podemos decir que hay que destacar, primero que todo, que logramos un acuerdo. Logramos un acuerdo que termina con un conflicto de más de 50 años, que no es cualquier cosa.
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Buena parte de los colombianos no hemos valorado eso con suficiente atención, no le hemos dado la importancia que eso significa para más adelante, porque todavía no lo sentimos.
De manera internacional sí lo valoran. Los países que han vivido guerras. Me llama la atención el embajador alemán, que siempre está pendiente, preguntando, y cuando uno les pregunta a los alemanes que vivieron la Segunda Guerra Mundial, ellos sí aprecian lo que significa esto.
Pero también nosotros, a los que somos conscientes, nos ha faltado algo llamado pedagogía. Lo que pasa es que estamos en un medio sumamente hostil para hacerla. Faltaron cosas, sí.
No se han sentado las bases porque el acuerdo define las bases mínimas fundamentales para que paremos el conflicto y comencemos a construir una Colombia mucho mejor, donde haya una participación. Se deben definir mecanismos de participación para que la gran mayoría de la sociedad colombiana pueda dar su aporte en función de la construcción de esa Colombia en paz.
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De todas maneras, este proceso, primero, arranca con desconfianza. Primero que todo de parte del gobierno, había muchas desconfianzas. Y de parte de nosotros, también, porque veníamos desde el 84 de varios intentos fallidos en que siempre los que quedamos mal fuimos nosotros. Supuestamente siempre los que no cumplimos fuimos nosotros.
Uno espera que ahora, que se está decantando la verdad, pues la gente pueda conocer qué pasó en cada uno de esos procesos y podamos decir con claridad qué fue lo que sucedió.
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J.M. Santos: Eso es importante porque estamos haciendo una reflexión de los últimos 30 años. A ustedes los responsabilizan de que los procesos fracasaron por su falta de voluntad. Decían que ustedes no querían negociar, sino aprovechar las negociaciones para fortalecerse militar o políticamente. ¿Su reflexión hacia atrás es que eso no es cierto y que el Estado muchas veces no quiso hacer la paz?
R. Londoño: Los procesos que iniciamos, desde Belisario Betancur, nunca fuimos con la idea de aprovechar para fortalecernos militarmente. Vamos a aprovecharlo para tratar de encontrar la salida política porque, además, nosotros no improvisábamos. En la conferencia Séptima, que fue una conferencia clave, nos da el plan militar, el plan estratégico en función de tomarnos el poder, y traza la línea y traza los derroteros. Pero también nos da las indicaciones para buscar la salida política.
J.M.Santos: ¿Hacer política en este momento le ha parecido más difícil de lo que se esperaba o se esperaba las dificultades que ha encontrado?
R. Londoño: El escenario es complejo, y la guerra es muy compleja porque decisiones que usted tome, conducen a muerte, a destrucción. Si acierta, pues digamos le va bien. Y si se equivoca, es por este lado que se ponen los muertos y donde sea se ponen los muertos. Afortunadamente ahora, haciendo un paréntesis, las decisiones no conllevan a eso, aunque desafortunadamente hay un sector que sí está buscando mantener ese clima de violencia, amenazas, chantajes y asesinatos. Desafortunadamente no hemos parado eso, pero no es lo mismo.
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Pero hay compañeros que dicen ‘nos están matando más que en la guerra’, no. Hay que recordar todos los muertos que había diariamente de un lado y del otro, porque aquí nos toca es analizar eso, los muertos de un lado y del otro, los líderes sociales y la gente que estaba en la lucha social también que los iban asesinando.
Entonces, por ese lado, ahora las circunstancias, es difícil; complicado sí, complicado porque no se ha implementado como pensábamos, porque hay ese elemento que faltó, ahora que usted lo dice, el acuerdo nacional.
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Yo sé que no es fácil, pero eso, en su gobierno, yo no sentí que eso se hubiera trabajado. No se trabajó y seguimos ahora con más dificultad, porque hay una estigmatización que, en buena medida, yo no digo que venga del gobierno como política, pero sí de funcionarios importantes del gobierno, que estigmatizan y generan un mal ambiente.
Esto que salió a decir esta ministra de que esto era un proceso fallido, eso genera una incertidumbre en la gente.
J.M. Santos: Pero así le costó (a la ministra)…
R. Londoño: Sí, claro. Creo que se descachó… Pero bueno, ahora, afortunadamente uno no está planificando combate. Ahora nos reunimos no para planificar combates, no para hacer inteligencia para ver cómo hacemos un secuestro, estamos en otra cosa completamente distinta, con dificultades, sí, fruto del mismo proceso que fue… que si usted me pregunta si volviéramos atrás para comenzar yo diría, necesitamos más tiempo. Hubo cosas que hicimos con demasiada celeridad, fruto de fechas, de coyunturas políticas, que a veces no dependen de uno, son coyunturas. Momentos que había que pensar.
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Por ejemplo, la Décima conferencia la hicimos demasiado rápido, si hubiéramos tenido más tiempo, hacemos un debate mucho mejor y hasta ir cediendo de manera más positiva.
J.M.Santos: usted menciona a Alemania y su interés por este proceso. Alemania tuvo una evolución muy interesante, diferente al Japón. Alemania reconoció su responsabilidad, pidió perdón y por eso Alemania hoy tiene muy buenas relaciones con los países con los cuales estuvo en conflicto. Japón, por el contrario, fue mucho más reticente a reconocer responsabilidad y a pedir perdón y por eso, en cierta forma, tiene unas relaciones menos fluidas con los países con los que tuvo conflicto. Ese tema del reconocimiento, de la verdad, ustedes ¿cómo están viendo eso hacia el futuro? Muchas víctimas esperan que tanto de parte de las FARC como la parte del Estado sean mucho más claros en decir la verdad y en eso del reconocimiento. Porque la Comisión de la Verdad no solo debe acumular conocimiento, sino también reconocimiento.
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R. Londoño: Yo vengo haciendo ejercicios en el marco de la Comisión de la Verdad y de una subcomisión de la Verdad con varia gente que ha tenido que ver con el conflicto y que hay cosas que todavía no están maduras para contarlas, pero son bien interesantes.
El ejercicio que hice hace poco con madres de varios soldados y policías afectados por minas son bien interesantes, que le van mostrando a uno que lo que acordamos a la Habana es el camino acertado.
Ahora, la verdad también se pone como un elemento de juego político, y yo lo que siempre digo es que a mí lo que me parece complicado es que usted me exija a mí que diga la verdad que usted cree que es la verdad mía. Entonces, por ahí salió un editorial en El Espectado bastante peligroso y dañino, que además coge de manera parcial. Esto es un proceso.
¿Entonces nosotros qué decimos? Hombre, usted me dice ‘cuénteme su verdad’, pues yo le cuento la verdad histórica, cómo comenzó esto. ¿Qué me motivó a irme a la guerrilla? A mí no me motivó irme a secuestrar ni a narcotraficar ni irme a robar ni irme a violar, como se plantea. Entonces quieren que uno se pare ante una audiencia y diga ‘sí, es que yo me dedicaba a eso’.
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A mí en la guerrilla nunca me enseñaron eso y todo eso se condenaba. Que fueron hechos que se dieron en el desarrollo del conflicto, mirémoslos a través de la dinámica del conflicto y qué responsabilidad tenemos como persona. Porque incluso por ahí me estaban diciendo que me iban a imputar por un tema de violación por cadena de mando, de alguien que violó, que fue acusado de violar a una mujer. Entonces, como yo era el jefe, tengo que responder por él. Eso es un exabrupto, no tiene sentido. Y se juega con temas sumamente sensibles.
El tema del secuestro. Prácticamente desde la primera entrevista que di, a Semana, y nunca me fui de ahí: eso fue una gran equivocación nuestra.
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Incluso me preguntaron, ‘si volviese a iniciar una lucha armada, ¿usted qué piensa?’. Yo diría que erradicar esa práctica, es inhumana. Es decir, uno no captaba las dimensiones humanas que tiene ese fenómeno, aunque sí se planteó en su momento. Cuando Belisario, se trató, mejor dicho, se acordó de parar eso, pero la dinámica de la confrontación siguió. Sí éramos conscientes de que era un tema antipolítico.
Uno va haciéndose consciente de eso. Al hablar con estos muchachos, soldados y policías que cayeron en minas, terrible. Ojalá nos pudiéramos juntar también con los nuestros, que también los tenemos. A eso faltó un programa en ese sentido, sobre la gente lisiada nuestra, está peor que los del Estado, que están sumamente abandonados.
J.M. Santos: A mí cuando me preguntan de lo más difícil que me tocaba a mí como presidente, era enviar soldados a la guerra y después tener que consolar a sus hijos y a sus viudas. A usted le tocó situaciones muy complejas, más de 1.000 guerrilleros al año que morían en esa guerra, ¿cuál era su situación personal, humana, frente a eso? ¿Qué sentía en ese momento?
R. Londoño: …con la diferencia de que usted podía consolar a las madres, pero las madres de los guerrilleros ni sabían que sus hijos habían caído en combate. Muy doloroso.
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Yo tenía una costumbre con mi gente que andaba, siempre sentarnos, cada dos o tres días, a leer noticias, comentar las noticias y a leer partes. Yo digo que ya iba llegando un momento en que no sabía cómo iniciar. Inicialmente había una explicación, pero la segunda o tercera vez, eso fue muy duro y desafortunadamente, fruto de la misma confrontación, no había con quien hablar.
Esto nunca lo había dicho… esa etapa, y yo creo que los demás también tuvieron que haberla vivido, Marulanda la debió haber vivido. Cada uno de nosotros, porque estábamos solos.
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Nosotros veníamos de un ejercicio de la dirección de colectivo, que manteníamos casi siempre juntos, hable y hable, y aquí ya nos abrimos y nunca más nos volvimos a juntar y las condiciones ya no se daban para hablar, para conversar. Y en las reflexiones internas de uno no se atrevía a escribirlas, no tanto porque se las pillara la contraparte, sino porque de pronto el otro no la entendía. Y uno no sabe si yo digo esto van a decir que estoy pensando como que ya me está dando miedo, pero eso fue muy duro.
J.M. Santos: usted sintió eso que llaman la soledad del poder
R. Londoño: yo no sé si la del poder, porque ahí no era mucho el poder que uno tuviera con la soledad de poder discutir, de intercambiar, de tomar decisiones. Esa última etapa fue dura por eso, porque incluso en eso tiene que ver que usted nota de que en un bloque las cosas se manejan y en otro de otra, porque ya nos tocaba a cada uno definir. Muchas cosas se consultaban, pero no llegaba respuesta.
J.M.Santos: Usted es padre de un hijo que no ha cumplido un año todavía. En 30 años, ¿usted es optimista sobre la vida de su hijo en este país? ¿cómo ve el futuro?
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R. Londoño: uno de los efectos de tener el hijo es que se pone uno a pensar en cosas que antes no le paraba uno mucho bolas, comenzado pro la misma muerte. Yo nunca pensaba en eso, pero uno ya ahora sale de la casa y dice ‘¿será que en la tarde si vuelvo?’.