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Juan Carlos es uno de los jóvenes que, en bicicleta, se agarran de los buses para subir por las pendientes de Bogotá
y luego descender a toda velocidad en una práctica conocido como gravity. Él le contó al Ojo de la Noche por qué y cómo lo hace.
Este intrépido deportista, para muchos irresponsable, suele realizar arriesgar su vida por las pendientes de Bogotá de la localidad de San Cristóbal.
Rueda en una bicicleta que él mismo fabricó y en la que, cuenta, en ocasiones “nos hemos subido de a dos”, aferrados a una cuerda y a un pedazo de puntilla doblada.
Según él, “cada uno tiene su grupo. En cada localidad hay grupos de gravity, es nacional”.
Afirma que “mi madre me apoya, ella me dice que tenga cuidado, que baje suave, que le tenga su paciencia” a las pendientes de Bogotá.
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Se sujeta de los buses en el barrio 20 de Julio para llegar hasta el barrio Juan Rey, todo con una rudimentaria herramienta, una cuerda a la que le pone una puntilla doblada. “Tiene que ver que quede bien seguro porque si no puede quedar debajo de algo”, recalca.
Pese a que uno de sus compañeros murió al ser arrollado por una motocicleta, dice que son “cosas que a uno le pasan cuando uno va bajando, el riesgo que uno corre, pero por eso uno tiene su protección, sus cositas, sus guantes, rodilleras, de pronto uno se llegue a caer o algo”.
“Es arriesgado, padre, pero usted sabe que es lo que le gusta a uno, la adrenalina”, señala Juan Carlos, quien dice que seguirá bajando por las pendientes de Bogotá de la localidad de San Cristóbal.
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