En la plaza del municipio de Guasca, en Cundinamarca, se realiza una velatón desde el miércoles 26 de enero tras la muerte de Hildebrando Rivera, el conductor linchado por indígenas embera luego de que accidentalmente arrollara a una mujer y su bebé.
Óscar Rivera, uno de los tres hijos de la víctima, recordó la última conversación que tuvo con su papá antes de que saliera a manejar el camión compactador de basura de la empresa de aseo Ecosiecha, para la que trabajaba desde el año 2020.
“Cuando hablé con mi papá, las últimas palabras fueron que estuviera muy pendiente de mi mamá, que estaba un poco enferma, pero nunca pensé que fuera a pasar esto porque mi papá fue un gran padre, gran abuelo, gran esposo, gran amigo y no se merecía una muerte así”, dijo.
Sebastián Rivera, otro de los hijos de Hildebrando Rivera, agradeció “a todo el pueblo que nos está acompañando” y recordó a su papá como “una excelente persona, en pocas palabras fue mi héroe. Estamos desconsolados”.
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Omar Cifuentes, alcalde de Guasca, decretó tres días de duelo, “lo mínimo que podemos hacer por esta gran persona”.
Además, exigió “que sea la justicia ordinaria la que se encargue de hacer estas investigaciones y que no quede impune”.
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Los habitantes de Guasca, conmovidos por el terrible crimen, afirman que “Hildebrando Rivera era un hombre excelente, un compañero muy espectacular, como hijo, como padre, como hermano, como amigo, excelente hombre”.
Por eso es que cada uno de los habitantes ha llevado una vela a la plaza del pueblo, para rendir un homenaje a la memoria de un hombre que siempre trabajó por y para la comunidad.
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