El municipio de Buenaventura, Valle del Cauca , está viviendo un recrudecimiento de la violencia que se genera entre las pandillas que, a sangre y fuego, se disputan el control territorial y las rutas del narcotráfico.
Monseñor Rubén Darío Jaramillo, obispo de Buenaventura, narró la dura situación que vive ese bello y turístico territorio, que históricamente ha estado marcado por la violencia, corrupción, falta de oportunidades y el olvido del Estado.
“En los barrios están haciendo en las noches muchos disparos por el reacomodamiento de las bandas delincuenciales, que buscan adueñarse del territorio. Ellos quieren dominar y expulsan familias. Escuchamos detonaciones de fusiles y armas largas, la gente tiene temor y susto”, aseguró Jaramillo.
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El epicentro de los enfrentamientos es el barrio Juan 23, ya que tiene una salida al océano Pacífico, que es apetecida por los criminales para sacar droga e ingresar armas.
“La violencia ha venido cambiando, ahora es en la Comuna 7. Allí tienen conexión con toda la zona continental y eso permite que la droga pueda salir del país, además el ingreso de armas. Son zonas estratégicas, son zonas pobres, vulnerables, sin escuelas, ni conectividad. El dominio de los malos hace que la gente tenga temor”, agregó el religioso.
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En las últimas horas, más de 30 familias salieron de los diferentes barrios del puerto. Ellos temen morir en medio de los enfrentamientos de las bandas.
“La gente no se puede desplazar a esos barrios, los criminales tienen armas y vigilan en motos. A las 6 de la tarde la gente tiene que estar dentro de sus casas, que son de madera y las balas pueden atravesar las viviendas y pueden herir a alguien. Todas las noches hay enfrentamientos”, concluyó el monseñor.
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Las bandas que se disputan a sangre y fuego el territorio son ‘La Local’, ‘Los Chotas’ y ‘Los Espartanos’.