Pedro Felipe Arcila lucha por alargar la vida de los gatos y perros discapacitados en Medellín . Desde hace mucho tiempo, se dedica a hacerle sillas de ruedas a los animales de la calle y, pese a que la plata no le sobra, las ganas de ayudar las tiene en abundancia.
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“Me dediqué a eso, a darles a los perritos discapacitados la oportunidad que merecen”, dice este hombre.
Aprendió a hacer sillas de ruedas y le da gracias a Dios porque, debido a ello, muchos gatos y perros discapacitados se pueden mover. Durante las noches, no pega el ojo, pues aprovecha y fabrica una buena pieza que les cambie la existencia a los de cuatro patas.
“Les tomamos las medidas y así nos damos cuenta del grado de discapacidad que tienen. Se le tiene en cuenta la edad, la discapacidad, el peso y cualquier otro detallito que sea necesario. Luego se modela en el computador la silla de ruedas basados en las medidas y de ahí se sacan los desarrollos para pasar al taller”, agrega Pedro.
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A sus 56 años tiene muy claro que una dificultad en la movilidad es un trauma para cualquiera, por eso rescata a los animales que están abandonados en las calles de Medellín y que, por una u otra razón, terminaron discapacitados. Pero su labor no termina ahí, también les busca una familia.
Su esposa, Luz Miriam Ospina, considera que al ver la labor de su marido “es una sensación hermosa, muy rico porque uno ve el semblante cuando su vida cambió, eso es emocionante”.
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El señor Arcila tiene un mensaje sobre los perros y gatos discapacitados: “Visibilicemos el dolor y el sufrimiento de los animales de la calle, es mucha la cantidad de animales que sufren”.
Cuando hay tanto cariño por los seres que no hablan, las palabras y las críticas sobran.
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