La región del Catatumbo , en Norte de Santander, enfrenta una de las peores crisis humanitaria de los últimos años, debido a las confrontaciones entre la guerrilla del ELN y las disidencias de las FARC. Miles de familias están confinadas y no tienen acceso a alimentos ni a servicios básicos, mientras los combates entre los ilegales se intensifican en zonas rurales y urbanas.
Varias comunidades han tenido que abandonar sus tierras, buscando seguridad, y las autoridades locales se ven desbordadas para atender a la población.
Los firmantes de paz se han convertido en un blanco de los grupos ilegales. Según Camilo González Posso, jefe negociador del Gobierno nacional con las disidencias de las FARC, al menos siete han sido los firmantes asesinados en el Catatumbo.
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Luis Antonio Medina, firmante de paz, tuvo que dejar a sus hijos y dirigirse hasta la base militar de Tibú, Norte de Santander, para pedirle refugio al Ejército Nacional.
Luis Antonio dice estar “triste en este momento por la situación que está ocurriendo, por tanta gente muerte que nunca se había visto en Catatumbo y llamamos al Gobierno para que ponga las manos en el Catatumbo y dé solución”.
Medina sostuvo que salió del Catatumbo “porque nos están matando a todos los firmantes del acuerdo de paz. Ya va una cantidad de muertos y unos compañeros detenidos. Mi familia todavía está en la zona, tuve que dejar a mis hijos porque llegar al pueblo, no encontrar en dónde meterlos y aguantando hambre es una situación fregada”.
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Campesinos en el Catatumbo, entre el fuego cruzado del ELN y las disidencias
La crisis humanitaria en la región del Catatumbo se agrava con cada día de pasa y miles de campesinos están viviendo en el fuego cruzado de los grupos armados ilegales, con sus derechos básicos vulnerados.
Familias enteras, incluyendo niños y adultos mayores, han sido confinadas en municipios como El Tarra y Puerto Catatumbo, sin acceso a alimentos ni medios de transporte para escapar.
“Me encuentro acorralada con mis hijos, no tenemos comida, necesito que me den ayuda, hemos sido amenazados, tengo un niño de 8 meses, una niña de 3 años y otra de 9 años. Los niños están muy asustados y se encuentran nerviosos”, narró una víctima del conflicto armado en el Catatumbo.
Los testimonios reflejan el nivel de desesperación de cientos de personas que no aguantan más violencia. “Por favor tengan piedad con los que están allá. Somos personas inocentes que nos abemos nada, somos gente honesta y trabajadora, somo familias pobres y humildes”, dijo una víctima.
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Ante el aumento de la violencia, muchas familias han tomado la decisión de abandonar sus hogares.
El Catatumbo parece "un pueblo fantasma"
Desde el municipio de El Tarra y hasta Ocaña, las vías se llenan de personas que buscan huir de la guerra. “La cosa se puso picante aquí en el Catatumbo. Este pueblo está como un pueblo fantasma. Solo se ve el que está saliendo”, sostuvo un habitante de la zona.
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Los líderes sociales, víctimas frecuentes de persecución por parte del ELN, claman por ayuda inmediata, exigen que las administraciones municipales habiliten albergues y brinden atención humanitaria urgente. Sin embargo, las capacidades de las administraciones locales son insuficientes.
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Un líder social indicó que “se están habilitando unos albergues que ya están copados porque la capacidad no fue suficiente. Está llegando gente a cada minuto que pasa y llevamos dos días tratando de hablar con el alcalde y él no nos contesta. Aquí ni la Policía ni el Ejército nos está cuidando”.
El panorama es alarmante. Según los habitantes, el ELN ha intensificado la persecución a los ciudadanos, atacando casa por casa en zonas urbanas y finca por finca en zonas rurales.
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Los líderes comunitarios, quienes han dedicado su vida al servicio de la región, se convirtieron en blancos de esta violencia despiadada.