En alerta se declararon las autoridades ante el aumento del consumo del fentanilo
en Colombia. El cargamento más grande hasta ahora decomisado por la policía fiscal en Colombia cayó hace pocos días en Medellín, fueron 300 ampolletas.
“Este año la Policía Nacional lleva más de 1.100 ampolletas de fentanilo incautadas”, según el mayor Julián Celi, jefe contra el tráfico de estupefacientes.
En el caso colombiano lo que se investiga es el desvío de este producto, que se utiliza legalmente en medicina, así como de sus precursores.
La Policía cree que carteles de drogas de México serían los principales exportadores de fentanilo en Colombia de manera ilegal, específicamente a tres estructuras delincuenciales ubicadas en Bogotá y Medellín, hipótesis reforzada con la captura de dos presuntos integrantes del cartel de Sinaloa en marzo.
Quienes delinquen con fentanilo en Colombia lo combinan con heroína y lo venden como heroína pura, especialmente en Risaralda, Atlántico, Cundinamarca, Bogotá y Medellín.
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La rentabilidad del negocio para estos traficantes se ve en la producción. Solo necesitan dos horas para procesar un kilo, mientras que para la cocaína basta un año para recoger 500 kilos de hoja de coca y cuatro meses para tener 118.000 plantas de amapola en una hectárea.
El fentanilo es un medicamento fuerte usado en medicina para el dolor crónico y en anestesia, es similar a la morfina, pero con una potencia 50 a 100 veces mayor.
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Sin embargo, su uso indebido fuera de los hospitales se debe a ciertos efectos neurológicos que produce, por ejemplo, sensación de plenitud y relajación.
Al igual que con la morfina, la heroína y otras drogas de su clase, el cerebro se acostumbra al efecto del fentanilo, lo cual genera adicción y necesidad de dosis cada vez mayores, con el riesgo adicional de sobredosis y adulteración.