Coronel Gabriel Rincón aseguró que el general Mario Montoya se inventó un ‘top 10’ de las unidades con más bajas. Las demás “no servían para un carajo”, revela.
Con toda pedagogía, el coronel Gabriel Rincón explicó frente a los magistrados Catalina Díaz y Óscar Parra cómo operó la brigada móvil 15.
Lo primero que relató es que sus superiores, los coroneles Santiago Herrera y Rubén Darío Castro, patrocinaron todo y que de esto supo el comandante de la segunda división, general José Joaquín Cortés Franco, retirado en octubre de 2008 tras la purga del gobierno Uribe al Ejército por cuenta del escándalo.
“El batallón de contraguerrillas 98 con la compañía que es la Esparta 1 y la Esparta 2 fue la unidad que más presentó muertes ilegales, muertes extrajudiciales sobre el sector de El Carmen (...).
Eran las personas que entraron en más confianza hacia el comandante de la brigada para decir: ‘yo hago esas muertes extrajudiciales’. Para poder garantizar que no me molesten, no molesten al comandante del batallón, no molesten al comandante de la brigada y dar ese viso hacia arriba de que sí se estaba desarrollando unas operaciones legales, y no era así”, dice el coronel Rincón.
El testigo, que purgó nueve años en prisión por estos hechos y salió en libertad en septiembre pasado tras someterse a la JEP, explicó que su rol en esa cadena criminal nunca fue ejecutar los homicidios u ordenarlos, sino legalizar los muertos.
“Yo como oficial de operaciones tenía que darle un viso de legalidad con la orden de operaciones y el mayor Velandia darle el viso de legalidad con el informe de inteligencia. Pero eso era ordenado por el comandante de la brigada. ¿Cuándo?, no antes de que saliera la unidad, después de que se desarrollara el hecho.
¿Cómo así que después?, este pelotón se movió a este sector y dio una muerte. Ah, como se movió, entonces ya ocurrió el hecho, ya mandaba las coordenadas de donde ocurrieron los hechos y uno lo que hacía era transcribirlo en el papel para dar el viso de legalidad, y mi coronel revisaba y daba el visto bueno de que había quedado con el viso de legalidad para poderle mostrar a los entes de la Fiscalía o la Justicia Penal Militar de que lo que se estaba desarrollando era legal”, explicó el oficial.
De acuerdo con el coronel Rincón, todos los días había programas de radio con el comandante de la división o del Ejército y todos los días el rosario era el mismo: bajas como fuera. El general Mario Montoya, entonces comandante del Ejército, se inventó el top 10 de unidades que más muertes reportaran. Y así lo describió el militar en retiro:
“Cuando le decía yo que él hacía el programa radial: ‘vamos a leer el top 10, el resto no me sirven pa’ nada, no sirven pa’ un carajo porque no están dando los resultados y no me sirven" (...)
Dio un plazo y está en el libro: no podían pasar más de 30 días sin que una unidad pudiera dar un resultado, no podían pasar. Si usted reportaba más de 30 días un batallón sin dar resultado, ese comandante lo daban de baja. A una brigada móvil por ser brigada móvil no podía pasar más de una semana”, indica el testimonio.
Vea la primera parte del testimonio del coronel Gabriel Rincón
“A mí me tienen que dar son muertos”: el testimonio contra Gral. Mario Montoya en la JEP
Su versión se asemeja a la tesis aceptada por muchos de que miles de ejecuciones de civiles se perpetraron solamente para que militares obtuvieran ascensos, permisos o condecoraciones.
Al parecer, otro factor en la ecuación es que ocurrieron porque era la única manera de sobrevivir en el Ejército. Sin muertos, las bajas eran en las propias filas castrenses.
Por eso Rincón añadió:
“Cuando él hacía los programas radiales y que se refería a todas las unidades en sus instrucciones es ‘a mí no me vayan a reportar heridos, yo necesito son muertos en combate y litros de sangre’ y a usted lo medían era por eso”.
Durante todo su relato, el coronel Rincón utilizó varias veces la expresión muertes o bajas a como diera lugar.
Según dijo, esa era la orden perentoria. Los magistrados le pidieron aclarar exactamente qué significaba esa expresión. No dudo en contestar así:
“Yo tomo esa muletilla de a como diera lugar; es que si bien es cierto se tenía que presentar muertos en combate, a como diera lugar. No importaba si fueran guerrilleros o personas civiles o milicianos o personas que no tuvieran ninguna relación con el conflicto”.
Al final, entre lágrimas, reiteró sus excusas a la sociedad y se lamentó por no haber impedido semejante desangre.
“Y el tomar la decisión de venir y manifestar esto es quitarse una carga (llora). Pensar en que no sé si se pueda resarcir ese dolor tan grande que tienen las familias porque lo estoy viviendo en carne propia con la mía, con mi esposa, con el cáncer que tiene, con lo viejitos que están mis padres, y uno se hace la pregunta: ¿por qué no paré? ¿o por qué no dije no? Infortunadamente, pues para ese momento como todo se daba para que en el fragor de la legalidad existiera la ilegalidad, pues hagámoslo (...)”.
Y como epílogo de ese largo arrepentimiento de 12 horas de expiación y culpa, el coronel Rincón les pidió a las víctimas lo siguiente.
“Yo lo único que les pido es que exista un poquitico de entendimiento frente a lo que pasó y sucedió; no les vamos a devolver a sus seres queridos, porque no va a ser así, pero que sí exista de pronto una reconciliación y que esto no vuelva a pasar nunca”.
Su declaración le pone los pelos de punta a cualquiera por la crudeza de esa bitácora de muerte. Pero, al mismo tiempo, constituye un esfuerzo por reconstruir este capítulo de horror de la violencia en Colombia.
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Updated: junio 13, 2019 05:03 a. m.