Un contraste de sentimientos, entre duelo y oración de agradecimiento, se refleja en los familiares de los 14 mineros que se encontraban dentro de una mina en Tópaga, Boyacá, cuando esta hizo explosión. Doce de los trabajadores perdieron la vida y dos resultaron heridos.
Mireya Costilla, esposa de uno de los mineros, narró cómo se enteró del accidente del que su pareja afortunadamente salió con vida.
"Yo estaba trabajando y él me llamó y me comentó ‘amor, ¿cómo estás?’ y le dije ‘bien’. Se puso a llorar y me dijo ‘amor, se explotó la mina’ y yo le dije ‘¿cómo estás?’ y me dijo ‘gracias a Dios, estoy bien’”, contó la mujer.
Mireya agradece con oraciones la suerte de su esposo ante la trágica explosión dentro de la mina en Tópaga .
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"Gracias a Dios lo dejó con nosotros, con sus hijas, con su esposa, su familia. Agradecerle a Dios y darle alabanza", dijo, en medio de llanto.
Daniel Rodríguez, de 38 años, y José Manuel Gantivar, de 42, fueron los dos mineros que lograron salir con vida de la explosión en la mina de Tópaga y que se produjo por gas metano. Inmediatamente, fueron trasladados a la clínica El Laguito en Sogamoso.
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"Presentaban intoxicación respiratoria por inhalación de gases, humos y otras sustancias. Los pacientes ingresaron estables, fueron valorados en urgencias, mantenidos en observación estricta de su función respiratoria. La evolución ha sido satisfactoria", dijo David Obando, subgerente científico de la clínica El Laguito.
Las autoridades, después del último informe del puesto de mando unificado, impusieron una medida de suspensión a la mina y ahora analizan las posibles sanciones después de las investigaciones pertinentes.
"Obviamente, allí en esa investigación se determinarán las causas reales de lo sucedido y la autoridad competente, que es la Agencia Nacional de Minería, con esa información y con esa investigación, tomará las medidas pertinentes, si es necesario suspender todo el título, si es necesario suspender alguna bocamina", afirmó Henry Barrera, alcalde de Tópaga.
Los familiares de los mineros muertos se encuentran a la espera de la entrega de los cuerpos en los centros de Medicina Legal de los municipios de Duitama y Sogamoso.
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Varios de los fallecidos tenían entre 20 y 50 años de edad y algunos de ellos apenas habían empezado a trabajar en minería, la única fuente de sustento que encontraron tras la crisis generada por la pandemia del COVID-19.
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