Desde septiembre, 5 reclamantes de tierras han sido asesinados y 120 líderes sociales, desterrados. Estructuras políticas y Clan del Golfo, tras régimen del terror.
¡Ahora estoy en la inmunda!
Son las palabras de un campesino desterrado de la vereda Guacamayas, corregimiento Macondo, municipio de Turbo, en Urabá.
“Tenía mi ganadito, mi galponcito y ahora me tocó salir y estoy en la inmunda, nos dieron para salir del lugar unos días, ya se nos acabó la ganga”, dice acongojado Julio León Correa, líder de restitución de tierras.
Publicidad
Había vuelto a su finca, donde vivió tranquilamente dos años, hasta que regresaron los violentos.
“Se identificaron como Autodefensas Gaitanistas; se nos llevaron como 50 cabezas de ganado y luego ya tomaron presión contra nosotros y una persona muy confiable, muy amiga mía, me dijo: ‘si los declaran objetivo militar los van a asesinar’.”, relata.
Publicidad
Permanece enjaulado en la que llama su cárcel de cemento en la ciudad. A sus 51 años este campesino recio llora su desdicha.
“Tengo un hijo de 9 años y tengo que tenerlo en otro lugar…a donde estoy no lo puedo tener”, cuenta entre sollozos.
Su rostro representa a las nuevas víctimas del despojo de Urabá que va en aumento desde que se firmaron los acuerdos de paz con las FARC en La Habana. En la región han asesinado desde septiembre a 5 reclamantes de tierra y 120 líderes sociales han sido obligados al destierro.
“Urabá es un estado mafioso, en Urabá no hay una violencia grande pero nadie habla; todo el mundo dice que tiene miedo. ‘Otoniel’ dice que tiene siete alcaldes en el Urabá”, explica Áriel Ávila, experto en conflicto armado.
Publicidad
Sobre el mapa, el analista describe cómo un territorio colombiano privilegiado por su belleza y su riqueza se convirtió por décadas en el botín que enamoró al clan narcoparamilitar más estructurado de país. Un botín de oro, rutas de droga, paso de ilegales y tierras.
“El clan es una marioneta de estructuras políticas de esa región, hay personas que están en la legalidad que le pagan al Clan del Golfo para que asesine victimas que están reclamando las tierras que le despojaron, el Clan del Golfo es la parte criminal, la parte fea de una gran estructura”, indica Ávila.
Publicidad
El poder del Clan del Golfo, conocidos como los Urabeños o los Úsuga, corresponde a una sola estructura delincuencial monolítica unida por cinco mandos.
“Hay una cosa que llaman la ‘mesa directiva’ que son 51 mandos que están en todo el país y cada mando contiene una región, tiene autonomía para hacer sus negocios. Ellos contribuyen a una fuerza élite que llaman Autodefensas Gaitanistas de Colombia y, debajo, el lumpen criminal que es lo que ellos contratan. Así funcionan los Urabeños es una organización criminal que funciona bajo un escritorio de 51 personas”, añade el analista.
Resguardando su identidad, un hombre, al que llamaremos el ‘informante de Urabá’ nos habla. Salió huyendo de la zona hace dos meses.
“Ellos tienen vehículos de alta gama y motos sencillas. También tienen campaneros que utilizan como mototaxi pero que la gente también los conoce. Ellos cuando llega una persona nueva, una persona rara son automáticamente identificados y hasta desaparecidos”, explica el hombre.
Publicidad
El informante habla de nuevas alianzas armadas.
“Luego que se firmó la paz en La Habana esos grupos han cogido más fuerza, algunos guerrilleros que no desertaron pues ahora negociaron con esa Bacrim y están trabajando con ellos”.
Publicidad
Agamenón, la operación de Policía más grande de la historia de Colombia cumplió dos años. Contaba con enormes recursos: un presupuesto diario de 150 millones de pesos, un equipo élite de 1.200 policías especializados, flotilla aérea, mostrar los Black Hawk y Bell, armamento, avanzados sistemas de telecomunicaciones e inteligencia; mostrar lo avanzados sistemas de comunicación con apoyo de la DEA y Europol. Su objetivo: detener a la cúpula de Los Urabeños a quienes llamaron Clan del Golfo y frenar de un tajo su expansión territorial en el país.
Según Ariel Ávila, “Agamenón sirvió para que algunas personas dieran ruedas de prensa, para que capturaran algunos mandos medios para nada más. La verdad es que el Clan del Golfo sigue teniendo la misma estructura, el mismo control y la población sigue teniendo el mismo miedo”.
Para la Fundación Paz y Reconciliación, el Clan del Golfo es una estructura criminal. “A ellos hay que ofrecerles una alternativa de salida de ese mundo criminal bajo la figura de sometimiento a la justicia pero negociaciones de paz no va a haber”, dice su director.
Un panorama desolador que pareciera no tener una salida visible para devolverle al país una región altamente productiva, donde familias nativas como la de Julio puedan recuperar de una vez y por todas un lugar libre y en paz sobre la tierra.
Publicidad