Se hacían pasar por transportadores legales para trasladar a los viajeros, principalmente a extranjeros, y terminaban robándolos.
Los conductores piratas decían estar blindados de las autoridades porque se movilizaban en vehículos de alta gama o porque supuestamente algunos venían de barrios humildes y si la Policía los interceptaba podía considerarse “persecución laboral”.
Los delincuentes, además, contaban con soplones que les advertían sobre operativos en las salidas de los aeropuertos.
Autoridades han inmovilizado 6 mil vehículos durante 2019 de transporte ilegal y han recibido 22 denuncias en Colombia por robos de este tipo.
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