Este sábado, 9 de septiembre de 2023, se conmemora el Día Internacional para Proteger la Educación de Ataques y Violencia. Unicef reveló un preocupante panorama sobre cómo el conflicto armado sigue afectando a las escuelas en Colombia.
Seguridad es lo que anhelan y claman miles de niños, niñas y adolescentes que hoy le cantan a la paz, porque la realidad del conflicto armado los sigue permeando.
Solo cuesta observar recientes videos como uno en el que el frente 36 de las disidencias de las FARC y el Clan del Golfo instrumentalizaban a niños de una escuela en Yarumal, Antioquia
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Unicef enciende las alarmas y revela una cruda radiografía sobre las escuelas como víctimas de atentados. Solo en el último año se presentaron 22 ataques y amenazas atribuidos a grupos armados, 10 escuelas fueron utilizadas con fines militares y, entre enero y julio de 2023, 7.500 estudiantes y docentes se vieron afectados por el conflicto armado en 8 departamentos de Colombia.
“Cuando hablamos de un ataque a la educación nos referimos a todas aquellas afectaciones por conflictos que pueden tener un impacto en la vida de los niños adolescentes. Puede ser, por ejemplo, amenazas a docentes, puede ser presencia de minas antipersonales alrededor de una escuela”, aseguró Victoria Colamarco, representante de Unicef en Colombia.
El reto para el país no es solo reaccionar a lo que viven actualmente las escuelas ubicadas en zonas rojas, también es poner en marcha la Declaración de Escuelas Seguras, firmada por Colombia en diciembre de 2022, y atender el claro llamado que hace Unicef.
“Nosotros destacamos la necesidad urgente de que los derechos de los niños, niñas y adolescentes sean el centro de todos los diálogos de paz que se están liderando ahora mismo con grupos armados”, anotó Colamarco.
Óscar Sánchez, viceministro de Educación Preescolar, Básica y Media, indicó que “es un desafío en Colombia, pues muchos actores armados no son respetuosos de estos pactos internacionales y de esos mínimos de dignidad”.
“En la medida en que vayamos logrando acuerdos en las mesas de paz total, hacemos que su implementación se logre y se logre para que los escuelas no sean atacadas, sino también para que sigamos haciendo que esas flores de construcción de paz se vuelvan jardines”, explicó.
Aunque parezca increíble, imágenes de grupos armados ilegales en escuelas no corresponden a la época más cruda de la violencia en Colombia, son el reflejo de lo que viven hoy muchos entornos escolares en el país, único que tiene un conflicto armado activo en la región de América Latina y el Caribe. “A los jóvenes los están reclutando”, dicen testimonios difundidos por Unicef.
“Todo lo que sucede en el radio de una escuela tiene el potencial, si es cometido por un actor armado, de convertir a una institución educativa en un objetivo militar. Tiene una repercusión no solamente en el derecho a la educación, sino en el derecho a tener una salud mental adecuada”, sostuvo Colamarco.
Luz Karime Abadía, coordinadora del laboratorio de economía de la educación de la Universidad Javeriana, manifestó que, “sin duda, el conflicto armado genera afectaciones graves sobre los niños, niñas y adolescentes”.
“Hay al menos seis mecanismos que están estudiados en evidencia científica, incluso para el caso colombiano, que muestran que, a mayor conflicto o escuelas en zona de conflicto, hace que haya más deserción”, dijo.
Las cifras de hoy representan un incremento del 18% frente a los casos reportados en el mismo periodo de 2022.
A propósito de esta situación, el reclutamiento de menores, población civil en medio de los combates y el uso de las instituciones educativas como trincheras se volvió común en Cauca. La guerra ha provocado en esa zona la desescolarización de más de tres mil estudiantes, según la Secretaría de Educación de ese departamento.
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