Enterraron 74 cofres con restos y otros 25 ataúdes fueron simbólicos, dedicados a desaparecidos y bebés que murieron en los vientres de sus madres hace 17 años.
“Por el dolor de su cuerpo masacrado y mutilado, escúchanos señor”, recitó el padre que ofició el sepelio colectivo de las víctimas de la masacre de Bojayá .
Banderas blancas y rituales ancestrales acompañaron la eucaristía en honor a estas casi cien personas.
“Ya sabemos dónde van a descansar, dónde va uno a llorar, dónde uno va a colocar una flor, es algo que lo alivia a uno”, dijo Matilde Rovira, hermana de una de las víctimas tras el sepelio.
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En el acto religioso también se conmemoraron 20 años de la muerte del padre Jorge Luis Mazo, párroco de Bojayá, quien fue asesinado por paramilitares cuando se desplazaba por el Atrato hacia Quibdó.
“El bloque Elmer Cárdenas de las autodefensas quiso desplazar toda la región del Atrato y, siendo la diócesis la única institución que permanecía en el territorio, quisieron que eso dejara de existir”, recordó el presbítero Sterlin Londoño, vicario general de la diócesis de Quibdó.
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La masacre de Bojayá ocurrió el 2 de mayo de 2002, cuando un cilindro bomba impactó la iglesia donde se refugiaban mujeres, hombres y niños de los combates entre las FARC y paramilitares.
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