Un fallo de la Corte Suprema le hizo justicia a una historia de amor que se forjó en la clandestinidad. Se trata de la unión libre de dos personas del mismo sexo que siempre se escondieron por cuenta de la estigmatización a las parejas LGTBI.
Cuando uno de ellos murió empezó el calvario ante la justicia, que inicialmente no encontró pruebas de su convivencia. Sin embargo, un fallo de última instancia evidenció que en estos casos los jueces no pueden incurrir en la estigmatización.
Un amor a escondidas fue el de Felipe y Esteban, quienes decidieron vivir juntos para hacer una vida en común y lo hicieron así debido a las estigmatizaciones a parejas LGTBI, surgidas por cuenta de los comentarios.
“De la familia de mi pareja está escrito que le decían "volteado", "el raro", "el marica ese", entonces eso fue una estigmatización, una discriminación y cosas así, que no nos merecemos ser tildados”, manifiesta Felipe, pareja de Esteban.
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Esto los llevó a compartir techo y lecho, pero en secreto como si fuera un pecado.
“Uno tiene que ser fuerte, colocarse la máscara o llorar muy dentro, tratar de disimular todas esas cosas que a uno le suceden, que uno quisiera exteriorizar y que no puede, entonces es estar como preso en la misma casa, en su mismo cuerpo”, relata.
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Esteban, la pareja de Felipe, murió y con su fallecimiento inició una batalla jurídica para que la ley reconociera su unión y los derechos patrimoniales, pero los jueces exigían pruebas de esta unión, es decir, viajes, reconocimiento público y de eso...poco.
“El juez se encontraba parcializado y le daba más importancia a las declaraciones de personas que tienen una estructura netamente conservadora, tradicionalista y muy homofóbica y machista, entonces se parcializaba, no me tenían en cuenta lo que yo les argumentaba y las pruebas que alcancé a presentar”, asegura Felipe.
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El caso llegó a la Corte Suprema de Justicia en su Sala Civil, que le llamó la atención a los jueces para que tengan en cuenta la realidad de este tipo de parejas: “Esa comunidad de vida diversa, permanente y singular, en general, se manifiesta en espacios cerrados para huir del temor y de la discriminación de la sociedad”.
“Son muy pocas las pruebas, pero no por ser pocas son irrelevantes o son superfluas o no tienen un valor probatorio solamente para hallar ese valor probatorio se exige de una labor judicial de interpretación, de valoración, sumamente detallada, juiciosa, para poder encontrar esa decisión que honre a la justicia”, señala Efrén Leonardo González, abogado defensor.
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La Sala Civil de la Corte Suprema indicó que, con esa perspectiva de género, los jueces deben realizar una investigación probatoria adecuada para estos casos.