Allí están guardados los objetos más personales de la Santa, incluso está cama donde pasó sus últimos días.
Santuario de la Madre Laura en la Comuna 13, escala obligada del... Desde el 12 de mayo de 2013, cuando el papa Francisco canonizó a la Madre Laura Montoya en la plaza de San Pedro en Roma, la vida de las hermanas Lauritas en su casa del barrio Belencito, en Medellín, cambió.
La hermana Carmen Sofía Camacho afirma “fue una alegría muy grande porque fue la primera Santa que canonizó el papa Francisco”.
Las Lauritas estaban acostumbradas a recibir a quienes iban a rezar y a visitar el cuarto en el que murió la Madre Laura, incluso permitían que se recostaran en su cama para pedir el beneficio del alivio a las enfermedades.
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Las hermanas han conservado este lugar desde el 21 de octubre de 1949, el día que murió la Madre Laura, como si no hubiera pasado el tiempo. El cristo, los hábitos, los últimos recipientes que utilizó, sus zapatos y hasta las vendas con las que cubría sus heridas siguen allí.
Guardaron también con mucho cuidado las cosas que utilizó la Madre, como la cama donde paso los últimos momentos de vida, el escritorio, las cartas y los libros, la vajilla de peltre, el mueble donde organizaba la correspondencia.
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Ahora abren las puertas del santuario todos los días para cientos de peregrinos. Para ello fue necesario adaptar el lugar para proteger las "reliquias de segundo grado", como llaman a los objetos tocados en vida por la Santa.
Según la hermana Ana María Palomino, "sí ha cambiado este lugar en el sentido que aumentó el número de visitantes y peregrinos tanto a nivel nacional como internacional".