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El jaguar está en riesgo de extinción: en Colombia han matado siete en tres meses

Factores como la deforestación, la cacería y el tráfico ilegal tienen al jaguar en peligro de desaparecer, lo que podría desencadenar fenómenos que afectarían todo el ecosistema, según expertos.

El jaguar está en riesgo de extinción: en tres meses han matado siete en Colombia

El jaguar, el tercer felino más grande del planeta y el depredador más audaz de la región, está en riesgo. En Colombia han matado al menos siete de ellos en los últimos meses. Lo que pocos tienen claro es que es un animal en peligro de extinción.

Este felino es protagonista de un sinfín de historias. Su figura imponente encarna la valentía y el poder, según varias culturas indígenas, y, de acuerdo con especialistas, es una especie fundamental para el ecosistema.

En Colombia, el jaguar habita en casi todo el territorio nacional: desde el Caribe y los bosques húmedos del Chocó, hasta la cordillera de los Andes, la Orinoquía y la Amazonía. Asimismo, viaja de una región a otra con sigilosos pasos a través de corredores migratorios.

Sin embargo, la deforestación en América Latina ha destruido el 50% de su hábitat. Además, se ha convertido en blanco de la caza ilegal.

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Se estima que en Colombia solo quedan 16.000 jaguares y en los últimos tres meses han sido cazados por lo menos siete felinos, de acuerdo con información de la Fiscalía General de la Nación.

“La principal causa de la cacería de jaguares actualmente en Colombia es por miedo. Es importante entender que los jaguares no atacan a los humanos, a menos que sean atacados. Un ejemplo muy reciente son los niños del Guaviare, cuatro niños indefensos pasaron 40 días en la selva, donde sabemos que hay jaguares, donde sabemos que hay pumas y no les pasó nada”, manifestó Esteban Payán, especialista en felinos de WCS.

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El jaguar es capaz de desplazarse sigilosamente camuflando sus manchas, que son únicas en cada individuo. En las cámaras del Instituto Humboldt y de la WWF queda demostrado que el jaguar se puede pasear cerca de comunidades campesinas o indígenas y no atacan a ningún ser humano, a menos que se sienta amenazado.

Para la Fundación Panthera, que se dedica a la conservación de los jaguares, la educación ambiental es fundamental.

“La principal estrategia, yo pienso, es cambiar la percepción. Para eso, trabajar en la educación es clave, cambiar los discursos y los entendidos que tiene la gente de que el felino es un enemigo, que hay que matarlo haya o no una interacción negativa, eso es lo primero”, explicó Jerónimo Rodríguez, director de la Fundación Panthera.

En Putumayo, el pueblo Murui-Muina se reúne en su maloka, selva adentro, con mambe y ambil para pasar de voz a voz relatos del jaguar.

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La comunidad se centró durante dos años en la investigación con el apoyo de la WWF Colombia y decidieron recoger su conocimiento ancestral para transmitirlo en un kit educativo del jaguar, llamado ‘Ambil, Mambe y Janayari’, que esperan transmitir de generación en generación para combatir el miedo a este felino.

Y en las sábanas del Yarí, en Caquetá, el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) también viene desarrollando estrategias para la conservación de esta especie junto a las comunidades.

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“No solamente es como ver el animalito allá, sino por qué está ahí y la importancia de que esté ahí. Qué indicador nos da como campesinos para asimismo uno decir, bueno, él está ahí, eso quiere decir que está bien todavía el equilibrio ecosistémico”, señaló Raquel Espinosa, beneficiaria del programa Amazonía Sostenible para la paz de PNUD.

Pero otro de los factores que incide en la cacería del jaguar es el tráfico ilegal. Una problemática que pasa desapercibida, pues los estudios son escasos.

Olber Llanos, biólogo de la Universidad del Amazonas, ha venido recopilando información junto al biólogo Andrés Felipe García sobre jaguares y otros felinos en Caquetá, Putumayo, Guaviare, Meta y Vaupés.

Ellos identificaron que se están vendiendo ilegalmente la piel, las patas y los colmillos de los jaguares. Incluso, se comercializan los cráneos para pintarlos como objetos decorativos.

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Tiene dos principales factores que hacen que haya una demanda por el producto del jaguar. El primero es un microtráfico que sucede al interior de las comunidades locales, donde lo usan para medicina ancestral y a veces para comer. Sin embargo, esta demanda no es tan grave como otras que parecen una red de tráfico muy grande a nivel internacional, principalmente mediadas por el mercado asiático”, indicó Andrés Felipe García.

Según Panthera, al jaguar también lo están cazando los ganaderos para proteger a sus animales. El felino termina matando al ganado por falta de sus presas naturales. Para la fundación, es fundamental aplicar estrategias de convivencia entre el ganado y los jaguares.

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“Eso implica dependiendo de cada región del país tener implementaciones que pueden ir desde crear corrales, gallineros o simplemente manejar de una mejor forma el ganado, evitar que el ganado vaya y se alimente en la mitad del bosque, sacarle el agua, tener especies forrajeras, tener otras fuentes de alimentación y, sobre todo, evitar comerse las presas naturales de los jaguares”, agregó el director de la Fundación Panthera.

La ley en Colombia penaliza la caza y el tráfico de este tipo de animales, quien lo hace se expone a una pena que puede llegar a los 11 años de cárcel y multas que alcanzan los 900 millones de pesos.

Afirman organizaciones ambientalistas que su desaparición podría desencadenar fenómenos que afectarían todo el ecosistema y resaltan la importancia de los conocimientos científicos y ancestrales para la conservación del rey de nuestras selvas.

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