Las víctimas de secuestro y los familiares de personas desaparecidas, que fueron asesinadas por las FARC, les pidieron a los exmiembros del secretariado de la extinta guerrilla que les digan dónde están sus seres queridos.
Un abrazo entrañable, con lágrimas incontenibles, entre dos víctimas del secuestro en Colombia fue la imagen que marcó este último día en la audiencia de reconocimiento por parte de exintegrantes de las FARC, una muestra del dolor que aún sigue vivo.
Por ejemplo, Daniela Arandia tenía siete años cuando vio por última vez a su papá, Gerardo Arandia, secuestrado y asesinado por el Bloque Sur de las FARC al mando de Milton Toncel, alias ‘Joaquín Gómez’. Ella perdona pero no olvida.
“Aunque yo de corazón puedo decirles que los perdono, sin justificar lo injustificable, lamentablemente yo no puedo cerrar el pasado porque mi historia tiene un vacío muy grande”, expresó Daniela.
Por su parte, Milton Toncel aceptó lo que hizo y pidió perdón: “Reconozco mi responsabilidad por la política de secuestrar civiles en el marco del control territorial y social”.
Y es que el dolor es incalculable. Por ejemplo, Héctor Muriel, sobreviviente del secuestro en Jardín, Antioquia, relató cómo tuvo que dejar a un compañero herido en cautiverio, alguien que se había convertido en su hermano y que posteriormente fue torturado y asesinado por las FARC.
“Le sacaron un ojo, le quebraron una mano y luego lo asesinaron”, afirmó Héctor Muriel.
Otras víctimas dicen que, aunque creen en las FARC, solo perdonarán cuando sepan donde están sus familiares.
“Y saber a dónde le puedo ir a rezar un Padre Nuestro, primero que todo, o un Ave María”, manifestó Vladmiro Bayona, familiar de un secuestrado.
Ahora la Jurisdicción Especial para Paz (JEP) entrará a establecer si los exguerrilleros de las FARC dijeron o no la verdad.
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