El conflicto armado en Colombia fue escenario de múltiples crímenes y, sin dudas, uno de los más dolorosos es el abuso sexual.
Paramilitares, guerrilleros y agentes del Estado sometieron a sus aberrantes caprichos sexuales a mujeres, hombres y niños. Ellas dan su testimonio para que el país no repita esta horrible historia.
Paramilitares
“Empezaron a golpearme, me dieron con un arma en la cabeza, me pegaron tres puñaladas, me dejaron tirada, prácticamente muerta. Afortunadamente alguien pasó y me recogió, me brindaron los primeros auxilios", así narra su tragedia Rossy Pérez, víctima de la violencia sexual de las Autodefensas Unidas de Colombia.
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Solo tenía 15 años cuando cuatro paramilitares en La Guajira la violaron; ellos le arrebataron la inocencia y por poco la vida. Este terrible episodio la convirtió en una de las más de 16.000 víctimas del abuso sexual en el marco del conflicto armado en Colombia.
"No me pude defender porque primero ellos se turnaban y, mientras se turnaban, uno me tenía puesta el arma en la cabeza. El otro me tenía la pierna puesta en el pecho y me amararon las piernas. Entonces, cada vez que intentaba gritar me pegaban un puño, cuando intenté soltarme me pegaron la primera puñalada en la pierna”, relata.
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Rossy dice que “uno nunca se recupera realmente, no hay superación de ese hecho, menos cuando no hay una EPS o responsabilidad del gobierno. No he tenido la posibilidad, estuve averiguando y me dicen que a uno lo mataron”.
Aunque ha buscado por cuenta propia a sus victimarios, dice que escudriñar le trajo amenazas. “Sin garantías no podemos buscar justicia”, sostiene.
Entre el grupo de depredadores sexuales de los paramilitares está el excomandante del bloque Resistencia Tayrona, Hernán Giraldo Serna.
Desde el 2008 está preso en Estados Unidos y a su regreso deberá responder por violaciones, abortos, embarazos forzados, prostitución forzada y esclavitud sexual. Justicia y Paz documentó entre sus víctimas 38 casos de niñas que no superaban los 13 años.
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Otro caso es el de marco Tulio Pérez Guzmán, alias ‘el Oso’, integrante del bloque Montes de María, que sometió en Libertad (Sucre) a casi todas las mujeres y niñas del municipio.
El conflicto armado no distinguió entre el cuerpo de la mujer y el del hombre. Aunque el 90,47% de los casos tuvieron como víctimas a mujeres, ellos también sufrieron las consecuencias de la violencia sexual.
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"A uno eso lo termina afectando muy profundamente porque lleva a interrogantes de si fue que uno lo buscó o si ese mecanismo de los paramilitares y de otros grupos armados para utilizar el cuerpo como herramienta de guerra y sabotear el cuerpo era una forma de ‘pordebajear’ al ser humano o era una forma de mostrarle poderío al país y al gobierno colombiano", cuestiona Jesús Mario Corrales, profesor víctima de las AUC y las FARC.
Para ellos no hay tiempo que cure esa profunda herida. El trabajo por otras víctimas es tal vez un remedio para un episodio que marca la vida y que cada víctima enfrenta a su manera.
La guerrilla
“Yo alcancé a contar siete guerrilleros. Al séptimo no sé qué más pasó, perdí el sentido. Cuando volví a despertar, estaba totalmente llena de sangre, me dolía el cuerpo, el vientre, los pechos, la cabeza”, así recuerda Cecilia López la que dice que fue la primera vez que varios integrantes de las FARC la abusaron sexualmente luego de secuestrarla en su finca, en 1991.
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Relata que la obligaban a obedecer bajo amenaza de muerte durante los 28 días que estuvo en poder de ese grupo guerrillero.
“Yo agredí a una de las guerrilleras e inmediatamente volvieron a ordenar que me hicieran una violación múltiple. Fue igual de salvaje a la primera. No sé cuánto tiempo transcurrió, fueron alrededor de 11 guerrilleros, igual me golpeaban, me golpeaban, se reían de mi”, cuenta.
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Cada recuerdo es peor…
“Me cambiaron nuevamente de campamento, en ese campamento tenían dos niños. Uno de esos niños lo violaron también los guerrilleros. Cuando lo fue a violar el tercer guerrillero, el niño salió corriendo desnudo y simplemente le pegaron un tiro en la cabecita”, afirma.
Cecilia terminó siendo desplazada, su esposo asesinado y cargó mucho tiempo con esa historia sin contársele a sus hijas… Hasta hoy.
“A mis niñas que me perdonen, me perdonen por haberles ocultado esto. Aunque no tuve la culpa, es vergonzoso y doloroso”, asegura.
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Son muchos los casos y las víctimas afirman que no se ha hecho justicia en sus casos porque, según ellas, los casos de violencia sexual son como una perola que nadie quiere coger.
A la JEP han llegado 31 informes de diversas organizaciones sobre abusos sexuales por parte de las FARC y la fuerza pública.
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Sin embargo, ese tribunal dice que apenas está evaluando esas denuncias para ver si abre un macrocaso de violencia sexual en el marco del conflicto.
Según datos de la Unidad de Víctimas, hay cerca de 15.000 casos de abuso sexual en contexto de la guerra desde 1997. Sin embargo, el subregistro es inmenso, lo que hace imposible conocer la magnitud de este delito cometido por todos los actores armados.
“Este país no ha dimensionado lo que pasó. El cuerpo de la mujer fue un campo de batalla en este conflicto armado. Todos los actores, legales e ilegales, cometieron este tipo de actos y el país no ha querido ver”, sostiene Ariel Ávila, subdirector de la Fundación Paz y Reconciliación.
Autoridades estiman que la impunidad en estos casos llega al 98%.
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“En muchos de los casos el mismo sistema de justicia, el sistema de salud, la sociedad en general le ponen la carga de la responsabilidad a quien sufrió la agresión y no al victimario. Levantar la voz conlleva un camino de revictimización y de ser señalado como culpable”, afirma Jineth Bedoya, periodista que también sufrió abuso sexual por actores armados al margen de la ley. Ahora encabeza la campaña ‘No es hora de callar’.
Y es que los reportes de la Fiscalía dan cuenta de la magnitud de estos delitos en Colombia: solo en 2019 hubo 51.114 denuncias por todo tipo de casos relacionados con la violencia sexual. El mismo año, Medicina Legal practicó 10.625 exámenes por esas causas: 9.125 a mujeres y 1.500 a hombres.
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