Luis Germán Acosta es un conductor que se ganaba la vida con su camión, viajando casi que por cualquier parte de Colombia. Sin embargo, en mayo de 2022 su fuente de ingresos se esfumó por cuenta de un paro armado en el que el Clan del Golfo le quemó el vehículo
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Todo inició el 4 de mayo del año pasado, cuando Luis cargó 6 toneladas de troncos de mangle en su camión Dodge 600 modelo 74. Partió de San Bernardo del Viento, Córdoba, con destino a Zarzal, Valle del Cauca. Durmió unas horas en Lorica, se tomó un café en Planeta Rica y cuando llegó a Caucasia, Antioquia, se le pegó en la vía a un par de mulas.
Pero cuando pasaba por el corregimiento de Guarumo, en Cáceres, empezó una balacera. Hombres armados le salieron a carretera y le dispararon. “Encendieron el panorámico a tiros y me tiré al piso (…) yo les decía ‘no me maten, no me maten’”, reveló por esos días.
Los terroristas huyeron y él, impotente, a pesar de que trató de apagar las llamas que consumían el carro no lo logró. Por esta acción, Luis y su familia se quedaron sin sustento.
Con el camión en cenizas, Luis Acosta comenzó a indagar por el seguro que ofrecía el Estado para que, a pesar del paro armado, los transportadores movieran mercancías por las vías del país.
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Después de más de un mes, logró llevar hasta Mosquera, en Cundinamarca, los restos del camión. Gracias a la solidaridad de amigos, vecinos y camioneros, dejó el carro a un taller. Allí lo desbarataron y comenzaron con la latonería, pero la plata se acabó para el resto de las intervenciones necesarias.
Han pasado 13 meses y del seguro, nada. A pesar de que fue auxiliado por los soldados del Batallón Rifles de Infantería 31 de Caucasia y allí la Policía llegó a tomar la denuncia, la aseguradora le exige la certificación del acto terrorista, documento que deben emitir las Fuerzas Militares.
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Mientras que el Estado le responde por la acción que se dio en medio del paro armado, Luis se rebusca ofreciendo sus servicios como conductor para poder llevar el sustento de su familia. Además de ser víctima de terrorismo, ahora está padeciendo lo que se considera como ‘tramitomanía’.