El fenómeno se agudizó desde el 2015, cuando el presidente Nicolás Maduro decidió cerrar el paso limítrofe. Cerca de 80 familias buscan a sus seres queridos.
Una de estas dolorosas historias la vive Blanca Pernía, quien no se cansa de buscar a su hijo Emanuel Guido Zegarra, un joven venezolano desaparecido en el paso fronterizo hace dos años.
“Venía a comprar el medicamento para mi esposo y aprovechó de venir a cambiar unos dólares, porque necesitaba bolívares porque quería hacer un negocio en San Cristóbal”, relató la mujer.
Emanuel hizo una llamada a su hermana en la que le dijo: “‘Présteme atención, dígale a mamá que yo no pude ir a almorzar, me vine a Cúcuta’, y era como si alguien lo estuviera presionando porque dice mi hija que sentía la voz extraña”.
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Desde entonces no supieron más de él, pero doña Blanca está segura de que su hijo está vivo.
Un drama similar vive la familia de Jonathan Vargas, desaparecido en una trocha conocida como El Escobal. Su hermano dice que un negocio con una moto fue el detonante de la tragedia.
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Poniendo en riesgo su propia vida, la mamá del joven, Nelyda Mesa, se internó en las trochas a preguntar por su hijo, pero allí impera la ley del silencio.
“Si usted pregunta usted se jode, entre menos sepa más vive, entonces se acostumbra uno como a ese hilo”, contó la mujer.
La Fundación Progresar es un organismo que dedica su esfuerzo a luchar por los derechos de las víctimas. Su director Wilfredo Cañizares dice que es una de las consecuencias de la crisis migratoria.
“Generalmente estos ciudadanos venezolanos traen consigo dinero y a lo largo de estas trochas hay controles de distintos grupos armados ilegales que al descubrir estos elementos que portan los venezolanos pueden estar desapareciendo a una persona”, afirma.
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Según Cañizares, el fenómeno se agudizó desde el 2015, cuando el presidente Maduro decidió cerrar el paso fronterizo con Colombia.
“En los últimos años hemos acompañado alrededor de 80 casos de ciudadanos colombo-venezolanos, venezolanos y colombianos que han sido desaparecidos en la frontera por distintos grupos armados ilegales”, revela el funcionario.
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Con la ayuda de los familiares, el equipo de investigadores de la fundación ha documentado sus casos y construyó mapas que marcan la ruta de las víctimas, “que señalan el punto de inicio de dónde salió el familiar, dónde fue visto por última vez y dónde es posible que se encuentre su cuerpo, la idea es entregarlas a las autoridades colombianas para que de una vez por todas salgan a buscar a los seres queridos desaparecidos”, explicó Cañizares.