Esta es la historia de Juan David Patiño, veterinario, y Desiree Escobar, una comunicadora, quienes buscan salir adelante en la capital antioqueña.
Ambos coinciden en su nacionalidad y en que hicieron parte del éxodo de venezolanos a Colombia, pero principalmente se parecen en que son emprendedores.
Juan David buscó alternativas que sólo encontró al irse para Medellín.
“Me enfoco finalmente en lo que quería que fuera mi profesión que era la medicina veterinaria”, contó Patiño.
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Arduos años de labor lo posicionan como el único especialista en dermatología veterinaria en Medellín, incluso, es fundador de la Asociación Colombiana de Dermatología Veterinaria. Su clínica genera siete empleos directos para colombianos.
Huyendo de Venezuela, en un país que no era el suyo, Juan David soñó, maduró y trabajó la idea para conseguirla. Como Desiree, quien dijo haber encontrado su lugar en el mundo en Medellín.
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La situación de su país y de su ciudad, San Carlos, le quitó lo que más quería.
“Perdí a mi papá, lo asesinaron a la edad de 47 años para robarle el carro”, manifestó Desiree.
En Venezuela trabajaba en televisión, pero en Colombia no encontró empleo en medios de comunicación y decidió crear su propia firma: una empresa de marketing digital.
“Siento de hecho que cualquier persona con un deseo ardiente de lograr algo, pese a cualquier circunstancia si se lo propone y se organiza lo puede hacer”, indicó.
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Desde hace dos años Desiree es fotógrafa, dicta charlas, asesora, diseña piezas gráficas, y alimenta páginas de internet o perfiles en redes sociales.
“Empecé a estudiar, a prepararme en esta área, de manera muy autodidacta”, expresó.
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En ambos casos la coincidencia más valorable es el agradecimiento con el país que los acogió y en el cual de manera dedicada y respetuosa han salido adelante.
Desiree y Juan David forman parte de los cerca de 41.128 venezolanos residentes en Medellín.
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