En Providencia, los isleños siguen ingeniándoselas para salir adelante en medio del desastre que dejo el huracán Iota , el primero de categoría cinco en golpear a Colombia.
Ante la falta de lugares con techo, algunos han acondicionado vehículos para dormir allí.
“Hay que usar todo lo que se pueda porque realmente no hay nada”, dicen algunos de los afectados.
Otros, como Luis Newball, criticaron a la gente que estaba aprovechando la tragedia para saquear lo poco que quedó.
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Por eso la petición de Diego Flórez: “Necesitamos plantas de energía para que podamos reactivar un poco las cosas. Adicionalmente, necesitamos seguridad; a todos los policías se los llevaron, quedamos a merced de las personas que querían atacar nuestros locales”.
Solo hasta el domingo podría retornar el servicio de luz en el centro de la isla
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Entretanto, en San Andrés se conocen historias que emocionan, verdaderos ejemplos de solidaridad.
El italiano Renato Marciano, quien hace ocho años vive en el archipiélago, les abrió las puertas de su casa a cuatro mujeres con sus cuatro niños.
“Mi empleada me contaba que tenía una hija en Providencia con sus nietos, que estaban sin casa, el huracán se les llevó todo. Entonces decidimos recibirlos en su casa. El humano en este caso saca ese honor de sí mismo”, dice el extranjero.
Gestos de hermandad entre San Andrés y Providencia , de esa generosidad que tanto necesita la isla.
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