La unidad de búsqueda de personas desaparecidas halló enterrado uno de los hornos de Juan Frío, caserío del municipio de Villa del Rosario, frontera con San Antonio del Táchira, Venezuela, que habría sido usado por paramilitares para incinerar a sus víctimas.
Fueron las pistas e información reservada las que, con el transcurso de los años, llevaron a los forenses al lugar donde excavaron un metro para sacar el trapiche panelero construido desde 1960.
“Esta área puntualmente se ha conocido como los hornos de Juan Frío, particularmente el área donde estamos trabajando actualmente, que corresponde a lo que fue un antiguo trapiche, las ruinas de lo que corresponde a este antiguo trapiche para el procesamiento de lo que tiene que ver con la panela y que posiblemente fue utilizado y adecuado por actores armados para incinerar cuerpos de personas que fueron previamente desaparecidas”, señaló Marlos Sánchez, antropólogo de la UBPD.
El horno de Juan Frío estaba prácticamente destruido, pero tiene un inmenso valor forense para la búsqueda de estructuras óseas, pues se puede contrastar “con los posibles modos de disponer cuerpos allí. Estamos, a la vez que hacemos la reconstrucción del escenario, documentando la posibilidad de que sí es cierta la información que corresponde a este escenario como último escenario para incinerar cuerpos”, precisó el experto.
Wilfredo Cañizales, defensor de derechos humanos de la Fundación Progresar, señaló que este era “un método atroz. Sobre todo esta zona específica de los hornos, fue una zona utilizada por las autodefensas, por el frente fronteras que dirigía alias ‘el Iguano’ y que allí los cuerpos eran llevados de distintas regiones, del área metropolitana de Cúcuta, e incinerados”.
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En ese sector de Juan Frío tenían injerencia paramilitares del bloque Catatumbo de las AUC al mando de Salvatore Mancuso . Organizaciones de derechos humanos calculan que podrían ser cientos las personas desaparecidas.
Una de las víctimas fue Jesús Meneses, cuyo rastro se perdió el 26 de mayo de 2002 y que, según testimonios de los paramilitares, fue asesinado en un horno de Juan Frío.
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“Cuando vino la hija y la nuera les dijeron que a él lo habían matado aquí, tuvieron el presunto decir que él era auxiliar de la guerrilla, cuando él nunca conoció a esa gente”, relató su papá Tomás Meneses.
Sostuvo que su hijo era un joven de 28 años que se dedicaba al transporte informal, pero desapareció el día que tuvo un problema con unos vigilantes, que “en esa época los celadores decían que eran celadores de lo de ellos mismos, paramilitares”. Lo único que halló fueron los rastros del carro de Jesús, que estaba “en la parada desbaratado, vuelto pedazos”.
Con dolor cree “que llegará el día en que yo me muera y no descansaré de pensar que lo voy a encontrar con vida, porque la esperanza mía es encontrarlo con vida, pero no he podido, y por eso estoy dando esta búsqueda todavía”.