Desde hace 8 años, Jhon Jairo Arias convive con la muerte. Su trabajo cremando cuerpos en el Cementerio Metropolitano del Norte de Cali lo ha llevado a tener conciencia de la vida y aún más cuando le tocó cremar por primera vez el cuerpo de una persona contagiada con COVID-19 .
“Mi primer día de COVID fue el 8 de abril del 2020, me vino a la mente que ese cuerpo me iba a contagiar a mí, a mi familia, mejor dicho, se me pasaron muchas cosas por la cabeza, fue demasiado duro para mí, pero igual me toca hacerlo porque ese es mi trabajo”, dice Jhon Jairo Arias, auxiliar operativo de hornos crematorios.
La cremación de los cuerpos contagiados con COVID-19 se realiza tan pronto llegan al camposanto. Jhon Jairo trata el cuerpo con la misma reverencia que lo hace con otros que mueren por distintas circunstancias. Sin embargo, la contingencia sanitaria lo obliga a hacerlo más rápido que de costumbre.
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"Es ahí mismo, no me puedo poner a la espera como con las muertes naturales, no. Va llegando y de una lo voy metiendo al horno para cremarlo. Al principio es duro, pero a medida que se van cremando 7, 8, uno se va acostumbrando”, señala.
Los cementerios metropolitanos tienen 2 hornos de cremación que funcionan hasta en 3 turnos de 8 horas para atender la alta demanda de fallecimientos durante las 24 horas del día.
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“En cada turno, sacamos aproximadamente 5 cuerpos en cada horno, o sea, que con los 2 turnos podemos sacar entre unos 18 o 20 cuerpos, dependiendo de la contextura que tengan”, explicó Víctor Pineda, director de operaciones de camposanto metropolitano.
El COVID-19 evidenció la labor de todas aquellas personas que viven en función de salvar vidas, como los médicos, pero también de aquellos que con respeto le dan el último adiós a los que no le pudieron ganar la batalla al mortal virus.