En la localidad de Suba, en el noroccidente de Bogotá, los habitantes hacen un llamado al Distrito para tomar acciones en la que ahora es considerada como la ciclorruta del terror, pues no pasa un día en que no haya accidentes en ese sitio y temen que pueda ocurrir una tragedia.
Dicen que no solo está mal ubicada, sino que además los biciusuarios suelen transitarla a alta velocidad.
Según uno de los residentes que ha sido testigo de los accidentes en la ciclorruta del terror, “vienen los ciclistas, aprovechando la pendiente, ellos sueñan que van en un estado de competencia ciclística y cogen una velocidad de hasta 60 kilómetros por hora, no pueden frenar, no alcanzan a frenar, y está saliendo un vehículo de este conjunto, o del de arriba o de los demás conjuntos hacia abajo y no alcanzan a verlo y se han estrellado”.
Los siniestros diarios son registrados en la vía Calatrava, que conduce de la avenida Boyacá al barrio El Rincón, en plena calle 127A con carrera 89, en la localidad de Suba.
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Otra de las ciudadanas que vive en la zona afirma que “los ciclistas que vienen entrando por la localidad de Suba son bastantes”.
Lo peor, dice ella, es que “hemos tenido alrededor de 20 accidentes ya, donde han venido ambulancias” para socorrer a los heridos.
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En uno de los accidentes en la ciclorruta del terror, que se dan de día o de noche, se ve cómo una joven se va de cara contra la punta de un bolardo y queda tendida en el asfalto, mientras varias personas salen corriendo a auxiliarla tras el impactante golpe.
Son tantos los hechos que los vecinos ya parecen expertos atendiendo a los lesionados.
Los vecinos de la ciclorruta del terror también denuncian que existe otro situación grave: “Hay muchas rutas escolares, los niños salen temprano y ellos a veces pasan desprevenidamente y toca decirles ‘cuidado con las bicicletas’; igual en la tarde”.
Pero hay otros problemas en las vías de Bogotá que también causan accidentes a los transeúntes.
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Uno de esos son los que causan las llamadas 'baldosas escupidoras', aquellas que están sueltas y terminan siendo un depósito de agua. Varios ciudadanos pasan y terminan con los pies mojados o, peor aún, salen lastimados.
Ese es el caso de César, un ciudadano que relata que corrió para alcanzar a tomar un bus del SITP, pisó una de estas 'baldosas escupidoras' y cayó al piso.
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Terminó con fractura de peroné y una lesión en el ojo.
Por ello, un grupo de jóvenes decidió marcarlas con el fin de prevenir que más personas tengan accidentes.