Un grupo de cuatro jóvenes con síndrome de Down se le midieron a independizarse y a formar su propia familia en plena pandemia en Envigado , porque en algunos casos perdieron a sus padres y en otros la falta de dinero se había convertido en la temerosa noticia de último momento.
“Mi mamá se murió, mi papá se murió, ellos quedaron con Dios”, cuenta Álvaro Ramírez, uno de los cuatro.
Los otros tres son Erik, Mateo y Felipe, a quienes también la difícil situación que ha traído al país el COVID-19 los obligó a armar maletas.
Pasaron de ser cuidados por sus seres queridos, a ellos ocuparse por los oficios diarios y la lavada de la ropa.
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“Me gusta estar con mis amigos, yo vivo aquí en la casa hogar, hice los ejercicios, la gimnasia”, afirma Álvaro.
Estos jóvenes se pusieron la armadura, no solo para soportar los estragos del coronavirus sino los comentarios de quienes siguen sin creer que pudieron independizarse.
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Eliana Gómez Peláez, coordinadora de la Corporación Crear Unidos, que les hace acompañamiento, dice que “entre ellos van conformando una nueva familia, ha sido para ellos muy significativo sentir que tienen otro espacio en el cual hacen una nueva y cuentan con el apoyo de las familias que quedan”.
Es en su pequeño hogar donde han comprendido que solos también son capaces.
“Tenemos casos de chicos que han conseguido vincularse laboralmente, en diferentes funciones como empacadores, como las personas que se encarga de las pausas activas en diferentes empresas”, agrega ella.
Erik es el experto del grupo en los sanduches; cree que con lo bien que cocina, difícilmente morirán de hambre. Ninguno de ellos, ha olvidado a sus familias y cuando tienen tiempo les dan una vueltica.
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Y dicen que Dios es tan grande que no se han contagiado de COVID-19. Cuando salen, es para buscar trabajo, porque eso sí, ellos no quieren que les digan “bendecidos y afortunados”.
En plena pandemia, se abrieron alas a la independencia.
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