En el colegio donde estudiaba Karina Blanco, en su vereda y en los municipios de Cáchira y El Playón, Santander, le rindieron un homenaje a la adolescente minutos antes de su sepelio, al que acudieron varias personas.
“Ella, a pesar de los momentos tristes, siempre nos sonreía, ella hacía que todos estuviéramos felices, así ella no lo estuviera, hacía un esfuerzo por llegar todos los días al colegio y me consta que era muy buena estudiante”, sostuvo Ana María Torrado, una de sus compañeras.
Y es que la joven debía hacer un largo recorrido para poder estudiar. Karina Blanco salía todos los días a las cinco de la mañana y caminaba durante media hora por un sendero de herradura hasta una vía donde tomaba otro transporte. Fue en ese trayecto que su violador y asesino la abordó.
Yeison Pedraza, docente de la niña, lamentó que “pese a que existe la política pública de transporte escolar en las regiones de Colombia, en la zona no lo tenía, realmente quien diga o afirme que Karina tenía transporte escolar, es una mentira”.
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La comunidad que despidió a Karina Blanco ahora se fijó una meta en conjunto y es cumplir uno de los sueños más anhelados de la adolescente: regalarle una casa a su mamá en la zona rural.