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¿Cómo nació el cartel de Cali, vinculado al escándalo del proceso 8.000?

Analistas dicen que estos narcotraficantes se dieron cuenta de que la peor inversión que pudieron hacer fue “en política o en políticos, porque los políticos nunca cumplen”.

Con la muerte de Gilberto Rodríguez Orejuela terminó uno de los capítulos de la historia de Colombia que inició en 1975 con el cartel de Cali. Antes de sus inicios en el narcotráfico, el líder de ese grupo fue vinculado como sospechoso al secuestro de dos ciudadanos suizos en 1969 en la capital vallecaucana.

El proceso, en el que también estuvo implicado quien fuera otro de sus socios del narcotráfico, José Santacruz Londoño, no avanzó.

Los dos conformaron después el llamado cartel de Cali, integrado también por Miguel Rodríguez Orejuela, Víctor Patiño Fómeque, Jorge Orejuela Caballero, Jorge Loaiza y Helmer Pacho Herrera.

Los relatos dicen que los primeros grandes cargamentos de cocaína fueron enviados entre postes de madera huecos por dentro. Luego consiguió la primera avioneta monomotor a la que suma una flotilla de aviones que sacaba droga desde los Llanos Orientales.

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Pero llamó más la atención cómo se movía en las esferas del poder y hacía transacciones económicas para lavar dinero. No usaba la violencia, pero sí el soborno y la amenaza.

Según investigaciones en Estados Unidos, Gilberto Rodríguez Orejuela comenzó a comprar acciones del banco panameño First Interamericas Bank, a través del cual habría lavado hasta 46 millones de dólares con triangulaciones con otras entidades financieras en Miami y en las que se vio involucrado el Banco Cafetero, también de Panamá.

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Paralelamente, el líder del cartel de Cali empezó su red de droguerías La Rebaja y un emporio comercial.

Usando su rostro empresarial, comenzó a tener contactos con políticos, periodistas, jueces y fuerza pública, a quienes sobornaba y mantenía en su nómina, lo que hacía casi imposible que pudieran denunciarlo o abandonar la organización.

Los movimientos del ‘Ajedrecista’, como era conocido Gilberto Rodríguez Orejuela, también incluyeron a la población de Cali, a la que atendía personalmente en una oficina en el sur de la ciudad para solucionar problemas, sobre todo económicos, y consolidar un respaldo en las calles que le garantizaban seguridad.

El 15 de noviembre de 1984 fue capturado en España y enfrentó su primera solicitud de extradición a Estados Unidos, pero logró que lo enviaran a Colombia, donde estuvo un año y medio recluido en la cárcel de Cali.

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El cartel de Cali y el proceso 8.000


En 1994 infiltró la campaña presidencial de Ernesto Samper Pizano. Camilo Chaparro, periodista y conocedor del proceso 8.000, indicó sobre la suma de dinero que “siempre se dijo que eran 4 millones de dólares, después 8; se calcula que realmente fueron más de 16 millones de dólares los que ingresaron a la campaña".

En el camino se perdió mucha plata. Iba mucho político al Hotel Intercontinental de Cali y decía ‘necesitamos para tal departamento 1.000 millones’, y al departamento llegaban 700 porque la mitad los políticos se robaban 300”.

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La génesis del proceso 8.000 y la incidencia de Gilberto Rodríguez Orejuela y el cartel de Cali se determinó por la aparición de los denominados narcocasetes. El aspirante a la Presidencia de ese entonces Andrés Pastrana y contrincante de Samper los hizo públicos a la opinión.

En ellos había “una serie de conversaciones del relacionista público del cartel, el periodista Alberto Giraldo, con los capos de la mafia, con Miguel y Gilberto Rodríguez Orejuela”, detalló Chaparro, quien agregó que solo le tenían miedo a una cosa: la extradición.

El escándalo del proceso 8.000 llevó a que a Ernesto Samper le quitaran la visa a Estados Unidos y que Colombia fuera descertificada en la lucha contra el narcotráfico.

El periodista Gerardo Reyes indicó que el cartel de Cali pensaba “que como habían tenido una alianza muy estrecha con el gobierno en la lucha contra sus rivales históricos, que era el cartel de Medellín, iban a lograr impunidad en todo sentido, que estaban combatiendo con ellos hombro a hombro, con los Pepes, incluso con los de la DEA, y con la Policía y con el DAS”.

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Creían “que el paso que seguía sería una entrega sin extradición. (…) pusieron a un presidente con quien habían tenido reuniones, pagaron por su campaña, pero se dieron cuenta de que la peor inversión que puede hacer un narcotraficante es en política o en políticos, porque los políticos nunca cumplen”, agregó.

Fue entonces cuando Samper “decidió hacer una ofensiva para entregárselos al Gobierno de EE. UU.”, sostuvo Reyes.

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La guerra contra Gilberto Rodríguez Orejuela terminó el 6 de junio de 1995, cuando fue sorprendido en una caleta de su casa. Ese día simplemente les dijo a quienes lo capturaron: “Ustedes ganaron”.

Así llegaba al final el imperio económico del cartel de Cali que la revista Forbes para ese año calculó en más de 32 billones de pesos en activos, una fortuna sobre lo que el fallecido narcotraficante dijo ante un fiscal:

No tengo cuenta de ahorros, no tengo depósitos a término fijo. Tengo propiedades muebles e inmuebles, que figuran en mi declaración de renta. No las recuerdo ahora, pero podría ponerlas a través de mis abogados a su disposición, señor fiscal.

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