El tapabocas se ha vuelto un aliado durante la pandemia. Su uso impide que el coronavirus entre al cuerpo y, por ende, evita el contagio.
Pero desecharlos de forma incorrecta puede terminar en contaminación, pues pueden terminar en los cuerpos de agua. Hoy día, ya se ven tirados en calles de Bogotá.
Ocho millones de toneladas de plásticos ingresan al océano cada año. La situación puede empeorar si se suman los tapabocas, los guantes, las botellas de desinfectantes y otros.
Aunque los tapabocas son esenciales para detener el contagio de COVID-19 , los daños al medio ambiente y el impacto por su uso, los comenzaremos a sentir más adelante.
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“La pandemia se vive en los océanos desde hace muchos años. Todos estos plásticos terminan allí contaminando la fauna y afectando tantas especies”, manifiesta Fabio Arjona, director de conservación internacional en Colombia.
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Solo hacer el estimativo es desalentador. Si todos en Bogotá usamos tapabocas desechables, todos los días, durante un año, eso crearía más de 2.900 toneladas de residuos contaminados.
“Estos elementos tardan hasta 200 años en descomponerse, estamos hablando de plásticos y de materiales que por seguridad no se pueden reutilizar”, añade Arjona.
Los tapabocas, por transportar posibles virus y por sus materiales, no se pueden reaprovechar, por eso deben incinerarse en los rellenos. Pero, ¿cómo debemos desecharlos para evitar más desperdicios? Hay tres formas de aportar:
1. Desinféctelos rociándolos con alcohol o cloro antes de botarlos
2. Córtelos con unas tijeras, especialmente las tiras
3. Arrójelos a la basura, no en las calles
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La contaminación ambiental por estos elementos no es un problema local, sino mundial, por lo que dicen los expertos, mientras pasa la pandemia, los esfuerzos también deberán concentrarse en el problema del cambio climático y en construir practicas más sostenibles.