Los microempresarios aseguran que, aunque cumplen con los requisitos, no han podido acceder a créditos bancarios o a los subsidios anunciados por el Gobierno.
Entre enormes lonas de plástico y en las desoladas calles del centro de Medellín permanecen toneladas de mercancía. Las puertas de los pequeños y grandes negocios están cerradas, mientras la economía de sus propietarios y colaboradores amenazan con llegar a niveles extremos de necesidad.
“No está trabajando todo el personal, solamente hay dos personas conmigo y somos cinco trabajadores, pero no podemos tenerlos todos aquí”, confiesa Jorge Ospina, comerciante.
Los pequeños empresarios piden en una sola voz ayudas, un salvavidas real que les permita sacar el cuello de las turbulentas aguas de la pandemia.
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“La empresa está recibiendo recursos cero durante esta emergencia, me preocupa mucho porque la empresa tiene unos gastos mensuales que se deben de cubrir, entre ellos el sustento de mi familia, el sustento de algunos empleados directos e indirectos, el arriendo, los servicios y los compromisos financieros”, cuenta Carlos Ramírez, comerciante.
Camilo, quien es propietario de una pequeña empresa dedica a la atención de eventos, dice que ha seguido todos los protocolos para aplicar a los subsidios, sin obtener una respuesta alertadora.
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“En siete bancos me han negado las solicitudes de crédito; en realidad no es un crédito grande, es de 20 millones de pesos y con eso garantizo el sustento de la empresa por lo menos cuatro meses”, resalta el empresario.
Los pocos que logran abrir sus puertas para vender a través de domicilios aseguran que las ventanas se redujeron en más del 90 por ciento.
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