Los sonidos de los fusiles, las imágenes de jóvenes muertos en vía pública y la retórica de sus protagonistas no volverían a repetirse ante la firma de un supuesto pacto de no agresión en Bello entre los combos de El Mesa, Los Pachelly y Niquía Camacol.
“Se acuerda acabar la confrontación armada, lo que hemos denominado la guerra urbana, quiere decir que cesan los homicidios, las desapariciones, los enfrentamientos armados, las fronteras invisibles se vuelven inactivas. Pero las actividades criminales, cada grupo las va a mantener mientras sean los que controlen los territorios”, explicó el analista urbano Fernando Quijano.
Durante años, Luis Fernando Quijano, director de la Corporación de Paz y Desarrollo del Valle de Aburrá, siguió de cerca el conflicto bellanita. El pacto del cerro Quitasol, que hace alusión al único cerro tutelar del municipio, habría sido mediado por la ilegalidad.
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“Hay serios indicios de un súperveedor que no participó en la confrontación, pero que ayudó a aclimatar esto, fue la dirección colegiada de grupos armados del Valle de Aburrá, que nosotros simplemente denominamos la Oficina”, sostuvo Quijano.
Ninguna autoridad quiso confirmar el supuesto pacto del fusil, de hecho, deslegitiman ese tipo de arreglos en la clandestinidad.
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“Yo no podría manifestar si es cierto o no es cierto, lo que sí podemos destacar es que desde el año anterior se viene realizando unas actividades consecutivas que buscan desarticular esas organizaciones criminales y quitarles, con extinción de dominio, sus dineros e igualmente capturar cabecillas”, indicó el general Eliécer Camacho, comandante de la Policía del Valle de Aburrá.
La confrontación entre bandas de Bello dejó en los últimos dos años más de 170 muertos y decenas de desapariciones.