El amor nunca debería ser una posesión, pero para las ranas arlequines, una especie endémica y amenazada de extinción, se ha convertido en la única forma de reproducirse
Un estudio científico realizado por la Universidad del Magdalena demostró cómo el macho se aferra a la espalda de su hembra, hasta por cinco meses y todo para evitar que se aparee con otra rana.
“Cuando participa en la reproducción, monopoliza, hace suyo al otro y no deja que otros individuos se reproduzcan con ese individuo. Por eso, es como un amor tóxico porque solo es para él", indicó el biólogo investigador de la Universidad del Magdalena Luis Alberto Rueda.
El amor posesivo es tal que el acto sexual con la hembra solo dura un par de horas, pero el macho, para evitar que otro se le acerque a su pareja, la abraza con tal fuerza que puede soportar hasta 60 veces su peso.
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“Duran abrazados con la hembra sin comer y solo esperando a que ella desove sus huevos. El cómo lo hacen fisiológicamente es un misterio aún porque eso implicaría muchas cascadas fisiológicas que están dejando de hacer o que están haciendo y no hemos ido a ese detalle. Lo que sí sabemos es que los machos se preparan y empiezan a comer más", agregó el biólogo Rueda.
Según el experto, el macho se alimenta muy bien antes de encontrar su pareja, pues sabe que podría pasar meses aferrado a ella y, si no está preparado, podría morir en medio de “la gran dieta del amor”.
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“Es un comportamiento que solo lo tienen las ranas arlequines y estas ranas están amenazadas de extinción. Muchas de estas especies tienen problemas de conservación y se han ido de sus hábitats naturales", dijo el biólogo Luis Alberto Rueda.
Aunque muchas ranas arlequines mueren antes de poder reproducirse, los investigadores piden preservar estos anfibios, importantes para el desarrollo del ecosistema de la Sierra Nevada de Santa Marta.
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