Cardenal Luis José Rueda pide que se detenga la "fábrica de muerte" en Colombia e invita al diálogo
En diálogo con Noticias Caracol, el máximo prelado de la Iglesia Católica en Colombia lamentó la irresponsabilidad del liderazgo político que tiene sumido al mundo en la confrontación y la incertidumbre.
En el inicio de la Semana Santa, el cardenal Luis José Rueda lamentó la irresponsabilidad del liderazgo político que tiene sumido al mundo en la confrontación y la incertidumbre. En diálogo con Noticias Caracol, el máximo prelado de la Iglesia Católica en Colombia pidió que se detenga la máquina de muerte en nuestro país e hizo un llamado al diálogo y a la esperanza.
Pregunta: Nos encontramos esta Semana Santa con una sensación de confrontación, de disgregación, de caos. También, de alguna manera, y no solo en el país a nivel mundial, en un ambiente bastante convulsionado, que es también como una sensación de naufragio, como cuando el papa Francisco hablaba de aquello durante la pandemia. ¿Cómo leemos este momento?
Respuesta: Yo creo que siguiendo la figura del Papa, estamos remando hacia distinto lado y eso hace que se desbarajuste la embarcación y la embarcación es el mundo, es la humanidad entera, es el liderazgo de todos los países. Por lo tanto, este signo de los tiempos, que es un signo desafiante realmente de unos liderazgos beligerantes. Que no son capaces de sentarse, que no son capaces de dialogar, que no ponen en primer lugar al ser humano, sino que ponen intereses como la producción, la economía, el dinero. ¿Para qué sirve si el ser humano se sacrifica? Hay que poner primero al ser humano. Creo que estamos en un déficit de antropología, en un déficit de ética. Y, por lo tanto, en un déficit de espiritualidad profunda para encontrar el sentido y el valor, el gran valor que tiene el ser humano.
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P: ¿Hay responsabilidad en el liderazgo político? R: Totalmente, porque cuando un líder político es elegido en un país y asume la responsabilidad, lo que debe hacer es ser, ante todo, alguien que entiende la autoridad como servicio que se pone al servicio. De las búsquedas de las búsquedas más profundas es que hay unos clamores en el mundo que deberían ser atendidos. El Papa, cuando nos convocó a este jubileo del año 2025, hizo un par de denuncias muy importantes. Por ejemplo, parar el armamentismo. Y si el dinero del armamentismo en el mundo de las grandes potencias lo dedicáramos a solucionar los problemas básicos de los países más pobres, estaríamos en la ruta adecuada. ¿Y si pusiéramos en primera línea y en primer lugar y en la conciencia de los líderes y de toda la humanidad calmar el hambre del mundo que causa tantas muertes, afrontar el tema del cambio climático, el tema de la salud mental y física de todos los habitantes del mundo?
P: Da la sensación, cardenal, que todos esos mensajes del Papa están cayendo en el vacío porque están en completa contravía, por lo que estamos viendo en el mundo... R: Desafortunadamente se está repitiendo algo que ya lo había dicho el profeta Jeremías en el Antiguo Testamento. He predicado, he anunciado, pero no hay quien escuche. O como dijo Juan Bautista, soy simplemente la voz que clama en el desierto. Y creo que el Papa Francisco es un profeta en el desierto, en este desierto de la humanidad.
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P: ¿Qué está pasando con con con los políticos del mundo? R: Creo que están descentrados. Creo que se nos ha perdido la conexión de la riqueza del ser humano. Creo que se nos ha perdido la raíz de la historia de nuestros países, que hemos olvidado lo que pasó a mediados del siglo pasado, que por ponernos a discutir, viene la Primera Guerra Mundial. Viene la Segunda Guerra Mundial por ambiciones, por no ser capaz de conciliar y de encontrar soluciones racionales. Y tuvimos la tragedia de la Segunda Guerra Mundial, de la cual no nos hemos recuperado. Es como si tuviéramos una especie de amnesia histórica, de amnesia social que va a sacrificar también el presente y el futuro de las generaciones de la humanidad.
P: ¿Y que nos puede llevar a dónde a una nueva guerra mundial? R: El Papa lo ha denunciado este profeta del desierto que es el Papa Francisco y que ojalá recupere la salud para que pueda seguirnos hablando y nos habla con sus signos. Nos ha dicho y nos ha advertido que nosotros estamos abocados a una tercera Guerra Mundial fragmentada, y entonces tenemos la situación de Gaza. Toda la situación de Gaza ha causado tantas muertes y lo más peligroso es que caigamos en la indolencia, que se nos vuelva normal, que se nos vuelva paisaje. Pero lo que está viviendo Ucrania en 2 años difíciles de guerra, de destrucción, de de no escuchar a nadie, esa prepotencia de los líderes del mundo lleva a sacrificar a la humanidad entera.
Cardenal Luis José Rueda -
Colprensa
P: Usted dice que el Papa nos está hablando con los signos, nos está enviando mensajes y lo hemos visto esta semana aparecer en en toda su fragilidad, en toda su humanidad. ¿Qué quiere decir el Papa vestido de Civil? ¿Qué quiere decir el Papa mostrando su convalecencia? R: Miremos las tres últimas apariciones en público del Santo Padre, el papa Francisco. Primero cuando iba a salir ya del policlínico Gemelli. Sale, saluda, se detiene en una señora de flores amarillas que estuvo pendiente allí. Como diciendo valoro, agradezco y lo expresó, la gratitud con el personal médico y con la humanidad entera, con la iglesia que estaba orando por el sucesor de Pedro. Luego, el segundo signo fue el domingo. El domingo era el cubileo que él mismo había convocado y programado el cubileo de los enfermos, y él sale allí como enfermo. A unirse a los enfermos, como diciendo, esta humanidad enferma, esta humanidad llena de enfermedades de distinta índole, también me corresponde a mí. Yo no soy un súper hombre, soy simplemente un hombre de carne y hueso, nacido en Argentina, con familia, con hogar, con historia, con infancia, con juventud. Y ahora en la ancianidad, estoy enfermo, estoy en una silla de ruedas. Dependo de otros para decir. ¿Cuántos seres humanos en el mundo dependen totalmente de otros? Pero también para destacar la importancia de ayudarnos, de acompañarnos, de tendernos la mano. Y esta semana lo hemos visto. Salió fue hasta la tumba de un Papa Santo del siglo 20, que es San Pio décimo, y allí oró, estaba orando. Yo creo que estaba orando y yo lo uno con el lema del Papa San Pio Décimo, que dice instaurar todo en Cristo. Él nos está dando unas pistas y unos signos y nos está hablando. Papa Francisco es el maestro de los signos y nos habla con sus actitudes. Creo que estamos ante un Papa que es capaz de asumir y de no ocultar su vulnerabilidad, demostrarlo ante el mundo. Es un anciano de 88 años que necesita ser abrigado, que necesita ser alimentado y ser asistido para que nosotros valoremos también nuestras propias vulnerabilidades.
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P: ¿Y un Papa que se muestra sin sotana, qué quiere decir? R: Muchas cosas, yo creo que él está diciendo somos pueblo, yo uso la sotana porque soy un servidor. En nombre de de Cristo como sucesor de Pedro, y es la sotana blanca que identifica al Papa, al obispo de Roma, pero que sepan también que debajo de esa sotana hay un ser humano, hay un un hombre de carne hueso, un hombre normal, un hombre con el cual compartimos toda nuestra condición. Y eso tiene que ver con el signo de Jesucristo, el señor, el verbo encarnado, que nace en el vientre de la Virgen María, para decirnos, vengo a compartir con ustedes la humanidad. Y lo que celebramos en Semana Santa es el Dios vulnerable, el Dios de la cruz, el Dios de las Lágrimas, el Dios de la sangre, el Dios de las heridas, el Dios que sigue perdonando en medio del dolor.
P: ¿Usted piensa que se está despidiendo el Papa? R: Yo creo que el Papa es autoconsciente de su momento de que ha sido un Papa longevo. Él había pensado que iba a tener un pontificado corto y, sin embargo, Dios le ha permitido vivir 12 años de servicio a la humanidad. Pero es consciente que ya sus energías, su fuerza física, aunque mentalmente se le nota totalmente lúcido, se le nota la fragilidad. Necesita mucho tratamiento médico y seguramente eso también lo agobia. Lo entristece. Pero yo creo que el Papa está diciéndole a la humanidad es estoy entrando en la recta final como ser humano.
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P: Y muchos se preguntan al decir, que se está despidiendo el Papa si él estaría pensando en renunciar.. R: Margarita, creo que no.
P: ¿Cree que el Papa, y lo dijo también en su autobiografía titulada Esperanza, nos dice, realmente que la iglesia no se conduce con las piernas? R: A él le duelen las piernas. Tienen dificultad motriz, pero es que la iglesia no se gobierna con las piernas, se gobierna con el corazón y él sigue amando con intensidad a la iglesia, a Cristo y a la humanidad toda, a toda la humanidad, nos ha dicho. Somos hermanos, todos Fratelli tutti y se conduce la iglesia con el testimonio, con la inteligencia, con la sabiduría puesta al servicio del la evangelización.
R: Esta esta Semana Santa, con la ausencia del Papa, o con una no ausencia, pero una presencia parcial y una incapacidad de presidir todos los actos, ¿cómo entiende la Iglesia este momento? P: Yo creo que el Papa está en una presencia distinta. Esto me hace recordar que en años pasados, también en una Semana Santa, él estuvo con una presencia distinta. Está presidiendo, está acompañando, está animando en la esperanza. Porque él nos ha dicho que en medio de las situaciones con las cuales comenzamos este diálogo, que agobian el mundo por la guerra, por la violencia, por el desenfoque de nuestros líderes, que son indolentes, que se alejan del ser humano, el Papa Francisco está diciendo, yo estoy cerca, con el ser humano, con la humanidad sufriente, estoy con ese Cristo que anunció el profeta Isaías, que estaba tan desfigurado que no parecía humano. El rostro del siervo de Yahvé está pareciéndose cada vez más a Cristo Jesús en su amor, en su misión y en su entrega. Y ahora, pues, se vuelve a tocar los líderes.
P: Hablemos de nuestro líder y de nuestro país, que también vive momentos de confrontación de polarización. R: Yo no enfocaría mi respuesta solamente al presidente Gustavo Petro, sino con él dirigirle mi mensaje a todos los líderes hombres y mujeres de nuestro país. A todos los que tenemos alguna responsabilidad social con nuestro país, yo los invitaría a todos. Busquemos la posibilidad de dialogar, busquemos la capacidad de encontrarnos, crezcamos en la confianza, porque es que ese estilo de polarización, de distanciamiento, de agresividad en la palabra tiene una gran dosis de irresponsabilidad. Eso hace que el país se fragmente, se fracture, y pierda la posibilidad de avanzar en la búsqueda de metas de desarrollo humano integral. Por lo tanto, mi invitación es a todos, y me incluyo yo también: trabajemos todos en Semana Santa, oremos juntos, escuchémonos juntos y pongámonos una tarea. ¿En qué le puedo servir a mi amada Colombia?, ¿en qué le puedo servir al país de tal manera que yo no caiga en la trampa de estar repitiendo palabras, actitudes, gestos polarizantes, sino signos y actitudes concretas que nos renueven en la esperanza, que nos pongan a caminar juntos, que nos den la posibilidad de gestar la Nueva Colombia, una Colombia unida y en paz?
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P: ¿Le preocupa a Colombia con este devenir de los últimos meses con este incremento de la violencia, sobre todo, por ejemplo, la violencia armada? R: Sí, el país tiene un momento de mucha muerte, me preocupa el irrespeto a la vida. Estamos cayendo en una en una situación de deshumanización. Descuartizan personas las entregan en una bolsa, rechazan a los que son diferentes en género, estigmatizan. Abren camino violento por las vías del país, una economía ilegal, economías ilegales, el narcotráfico, la economía ilegal de la deforestación, de la minería ilegal, del contrabando, son minerías ilegales que conllevan muerte, siempre llevan muerte y yo siempre me pregunto, ¿y quién es? ¿cuál es el país que produce las armas y que las provee? Nos estamos acostumbrando a tomar justicia por las manos, a quitar al que se nos atraviesa en el camino. Creo que estamos en el síndrome de Caín, odio, violencia, envidia, destrucción, avaricia. Y eso pone en juego la estabilidad, la dignidad y la vida de todos los colombianos, de niños, de jóvenes, de adultos, de ancianos, porque ese estilo irrespetuoso, poco ético de vivir en las regiones se nos está metiendo y se nos está volviendo una anticultura de muerte.
P: Usted lo menciona, y permítame preguntarle en concreto por es uno de los crímenes más violentos, más brutales que hemos visto en las últimas semanas, y es el de esta mujer trans de Antioquia. ¿Cómo es posible que un crimen así ocurra todavía con con este nivel de sevicia? R: Sí, usted lo ha dicho con un nivel de sevicia extremo que manifiesta una gran irresponsabilidad, una gran pérdida de humanismo y de conciencia y que sea el momento para rechazar esa muerte. Y todas las muertes, porque cada ser humano en Colombia vale. Ahora, si pretendemos justificar esas mal llamadas limpiezas sociales por tema de género, de diversidad, porque estigmatizamos, por racismo, por ideas políticas, por ideas religiosas, estamos cayendo en el más bajo nivel de deshumanización. Por eso yo creo que es necesario y es urgente que todos nos demos cuenta que con esas actitudes estamos convirtiendo a Colombia en una fábrica de muerte y de muertos. Es necesario parar esa fábrica de muerte y de destrucción. Colombia debe ser un país hermoso, un país donde se respeta la vida, un país donde vale la pena vivir, ese país que amamos, que sufrimos y por el cual oramos y trabajamos. Este es un país que está matando a sus niños, además. Y está matando a los frágiles. Porque cuando nos miramos nos damos cuenta que estamos perdiendo la capacidad de vivir las etapas de nuestra vida con respeto y con responsabilidad. Ahí vuelve a aparecer el mensaje del Papa Francisco, él es un anciano, pero él está diciendo cuidado con las cunas vacías. Cuidado con que el mundo se nos vuelva un mundo en Europa, en América, en Asia, de cunas vacías. Porque cuando las cunas vacías se convierten en lo normal habrá una generación sin vida, unas etapas de la historia sin vida. Y eso sacrifica a los frágiles ancianos que al no tener quién los acompañe se verán expuestos a ser eliminados de alguna manera.
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P: Estamos viendo el país también muy naufragando de nuevo para usar la misma figura, un país con muchísimas dificultades en la búsqueda de la paz, y a las regiones, como usted lo decía, sufriendo. ¿Por qué se perdió la ruta en la búsqueda de la paz, que ha sido un laberinto de décadas? R: Que viene de exactamente es una mala tradición, una mala historia. Es una manera mala de vivir en los últimos 50- 60 años, pero estamos viendo un incremento, un incremento de la violencia en las periferias, en las grandes ciudades. Y eso tiene que ver con distintos factores. Tiene que ver con el vacío del Estado, que no llega, que no aporta, que no llega institucionalmente a acompañar a los habitantes del Catatumbo, del Magdalena Medio, del Chocó, de todo el Pacífico colombiano, de la Amazonía, de las fronteras. Y entonces hay un un vacío de Estado, pero también tiene que ver con factores como el tráfico de armas, es que nos tienen inundados de armas y son armas modernas y son armas que son de fabricación extranjera. ¿Cómo entran esas armas a nuestro país? ¿Cuál es el país que nos está proveyendo? Me pregunto otra vez, las armas, porque si no hubiera un proveedor de armas, entonces estamos ante un eslabón que produce una cadena de muerte, sale la economía ilegal, entran las armas, nosotros ponemos los muertos y nos estamos acostumbrando a autodestruirnos. Es lo que llamamos el signo de Caín. Pero además hay otro factor. Así como hablábamos del vacío del Estado en las regiones y en las periferias, hay un vacío desde dentro en cada uno de nosotros. Hay un vacío de amor, hay un vacío de sentido, hay un vacío de espiritualidad, hay un vacío de Dios. Hay también entre nosotros un vacío y un desierto. La sociedad se transforma, no desde las estructuras hasta los corazones sino de los corazones y de la conciencia de los seres humanos que transforman las estructuras de muerte en estructuras sociales, de vida, de respeto, de esperanza.
P: ¿Y cómo hacer para recuperar el rumbo en la búsqueda de la paz, el rumbo perdido en una paz que ya es difícil creer que puede alcanzarse? R: Yo invito a que no perdamos la esperanza. A que seamos tercos, tercos en la búsqueda de la paz, es decir, a que seamos tenaces, valientes, constantes los signos, como que nos atropellan y nos dicen que no vale la pena. Felices los que trabajan por la paz, dice Jesucristo, el señor, en el sermón de la montaña, porque serán llamados hijos de Dios. Yo alabo y bendigo al señor por tantos hombres y mujeres que aún en medio de tantas dificultades y de la balaceras y de la injusticia siguen creyendo en la paz, y siguen trabajando. No perdamos, no perdamos nuestra opción por la paz. Trabajemos juntos, es mi invitación. El Papa Francisco nos ha dicho en Cuaresma, caminemos juntos en la esperanza y en el tema de la paz. Por favor, no perdamos la esperanza. Luchemos con las armas de la inteligencia, de la fe y de la cultura del encuentro para que transformemos la sociedad todavía es posible. Trabajemos juntos por la paz.