Tras 80 años de no ser detectado, el campanero barbado, una especie única en Colombia , reapareció en la Serranía del Perijá. Una buena noticia en el país con mayor diversidad de aves en el mundo.
La silueta del campanero barbado había sido registrada por última vez en 1941 y en Colombia se había convertido en un mito.
Esta ave con cuerpo blanco, cabeza café, alas negras y barba despelucada, considerada poco común y local en su hábitat natural, fue registrada nuevamente después de 80 años.
“La gente de la comunidad siempre decía que estaba y yo le había hecho como dos expediciones más y no la había encontrado. Hasta ahorita que otra vez la comunidad me dijo ‘la estamos escuchando’. Cuando la comunidad me dijo así, yo de una armé viaje y me fui”, indicó la bióloga Naimeth Corso Solano.
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Los biólogos Naimeth Corso y Juan David Ramírez emprendieron el viaje para reencontrarse con esta ave, que, según la comunidad, aún estaba presente en la Serranía de Perijá en La Guajira.
“Es un hito increíble porque muestra varias cosas. Primero, que Colombia está sumamente inexplorada. La Serranía de Perijá, que es la parte septentrional, más al norte de los Andes, es una zona que ha sido poco explorada por muchos temas como posibilidades, conflicto armado, terreno difícil”, señaló Diego Calderón, fundador de Birders Show.
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Según especialistas, este registro también es un hito en la historia natural del país, pues pone sobre la mesa la necesidad de fortalecer las estrategias de conservación de zonas como esta, con el apoyo de la comunidad científica y las comunidades.
“Una gran enseñanza que tenemos es que ahora podemos ir a estos lugares, tenemos a la comunidad interesada en conocer sus aves y otros recursos biológicos en su entorno, entonces se pueden empezar procesos bonitos de conservación que involucren a la comunidad, usando este tipo de especies como emblemas para proteger los recursos naturales que aún tenemos en esas regiones”, compartió Gustavo Adolfo Bravo, curador de colección de aves del Instituto Humboldt.
Durante décadas, los ecos de la guerra impidieron un estudio más profundo sobre el campanero barbado y hoy su canto es el que retumba en un espacio que siempre fue suyo.