Jesús Calderón registró todo con su lente, mientras Pedro Nel Angulo intentó salvar al precandidato presidencial.
Ese viernes 18 de agosto de 1989 fue un día triste. En las primeras horas de la mañana los colombianos despertaban con la noticia del asesinato del comandante de la Policía de Medellín, coronel Valdemar Frankin Quintero, el mismo que había frustrado un atentado contra Galán pocos días atrás.
Era la gota de sangre que rebosaba el vaso del terror que imponían los carteles narcos en su lucha por alcanzar el poder político y Galán estaba perturbado.
Jesus Calderón, su camarógrafo de campaña, uno de sus más cercanos colaboradores, revive el minuto a minuto detrás de su cámara: “"Veía mucha gente, yo estaba inquieto. Él me dijo que presentía algo (...) me dijo ‘Chucho, es ahora o nunca, yo no me voy a acobardar. Miedo no les tengo. Muy amenazado, sí, supremamente amenazado’. Y cada nada me mostraba sufragios”.
En la agenda de bolsillo de Galán quedaron de su puño y letra tachados los compromisos determinados como “peligrosos”. Agendados quedaron, Soacha esa noche y Villeta al día siguiente, una cita que nunca pudo cumplir.
Pedro Nel Angulo, escolta sobreviviente, junto a Santiago Cuervo, eran los escoltas de mayor confianza de Galán.
Jacobo Torregrosa, el jefe de escoltas, había ingresado días previos por orden del general Miguel Maza Márquez, quien se defendió en el juicio diciendo que fue el mismo Galán quien solicitó cambiar a Víctor Cruz por falto de seriedad y hacer comentarios inapropiados sobre su vida privada. Fue del movimiento en este esquema de protección lo que terminó debilitando la seguridad del candidato.
El grupo de sicarios que estaba desplegado en diferentes puntos de la plaza esa noche usó sombreros blancos como distintivos y las pancartas sirvieron de escudos criminales. Así lo confesó José Everth Rueda Silva, quien le escribió una carta a su madre confesándole su participación, antes de ser asesinado.
Rueda, fue conocido como el hombre de la pancarta, se ve por primera vez en un video bajando del vehículo de Luis Carlos Galán al lado Santiago Cuervo y Pedro Nel Angulo, los escoltas.
Sobre la tarima quedaron tendidos Galán, herido de muerte, cubierto por su escolta Santiago Cuervo quien reacciona y herido arrastra el cuerpo del precandidato presidencial hasta bajarlo de la tarima.
Revisando las imágenes, Chucho señala: "mire las heridas de Santiago, como mancha de sangre y tiene dos tiros de 9 milímetros en el cuerpo, mírelo. ¡Y lleva a su jefe hasta el carro, lo sienta en sus piernas y cae! Cuando llegan al hospital, él está mal, a los ocho días se muere. El llevaba dos tiros de nueve milímetros en el estómago".
Él seguía grabando casi sin saberlo. Así logró llegar hasta Galán y aún lo encontró consciente. “Cuando lo bajamos de la tarima lo miré a la cara y me dijo, ‘no me dejen morir. Por favor, Chucho, no me dejen morir’”.
En medio de caos lo sacaron arrastrando hasta su carro blindado.
Pedro Nel Angulo, escolta sobreviviente, recuerda que durante el ataque el jefe de escoltas Torregrosa no estaba. Solo se volvieron a ver cuando estaban dentro del vehículo blindado: “le dije que llamara al DAS, pero él no quiso hablar nada, como quieto, como ido. A mí me toco arrebatarle el radio y yo fui el que comuniqué a la central del DAS que habían atentado contra el doctor Luis Carlos Galán".
Basada en las investigaciones, la Corte Suprema de Justicia concluyó que el exjefe del DAS, Miguel Maza Márquez, tenía vínculos estrechos con el paramilitar Henry de Jesús Pérez, quien habría sido encargado por Pablo Escobar y Gonzalo Rodríguez Gacha de ejecutar al líder liberal.