“Seguimos adelante": con ese encabezado y 16 páginas en blanco y negro, escritas con dignidad y coraje, El Espectador sacó su edición del 3 de septiembre de 1989. ¡Pablo Escobar no lo silenció!
Un día antes, el sábado 2 de septiembre, el matón había hecho volar la sede principal del periódico, en un fallido intento por acallar al más crítico de los diarios en Colombia.
Un camión cargado con 60 kilos de dinamita, parqueado en una estación de gasolina contigua al edificio de El Espectador, en la calle 26 de Bogotá, estalló a las 6:43 de la mañana. 73 personas resultaron heridas. Milagrosamente, no hubo muertos, pero los daños fueron enormes.
Tan grandes como la solidaridad y el cariño de cada uno de los trabajadores del periódico. Conductores, repartidores, secretarias y periodistas se armaron de escobas para barrer los destrozos, y montaron una improvisada redacción.
No había de otra: era eso, seguir informando al país y evidenciando los crímenes del Cartel de Medellín, o sucumbir al asesino Pablo Escobar. La libertad de prensa estaba en juego.
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En medio de esta lucha por la democracia, El Espectador vio morir un mes después, el 9 de octubre de 1989, a Marta Luz López y a Miguel Soler, gerente y jefe de distribución del periódico en Medellín.
Pablo Escobar odiaba a El Espectador porque el diario de la familia Cano, en cabeza de don Guillermo, reveló el prontuario del entonces representante a la Cámara y publicó la foto de la reseña judicial que le hicieron cuando fue detenido por primera vez.
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Fueron constantes los reportajes y editoriales en los que este medio de comunicación denunció por aquellas épocas el aumento del cáncer llamado narcotráfico, uno que, lamentablemente, sigue matando inocentes y sin encontrar cura. ¡Larga vida a El Espectador!
Este domingo, en #EspecialesCaracol, el canal emite un gran reportaje llamado '500 días de Escobar, la vertiginosa caída del capo', el cual relata los últimos momentos de este desalmado asesino.