“Cada que yo corto pelo y maquillo, siempre me encomiendo a Dios y le pido a Dios por esa persona”. Estas palabras de Mauricio Leal, conocido como el estilista de las famosas, dan cuenta de la calidad humana por la que hoy tantos lamentan su partida más allá de su talento para exaltar la belleza.
Lo curioso, y trágico a la vez, es que esta frase la pronunció apenas el 10 de noviembre en medio de una entrevista acerca de emprendimiento, en la cual trató temas como sus inicios y el respeto que tenía por su oficio.
Mauricio Leal desde muy joven supo lo que era trabajar. Cuando sus papás se separaron tenía 16 años y tuvo que convertirse “en el papá de la casa”. Madrugaba lo suficiente para adelantársele al cantar del gallo y de 3 a 5 de la mañana era repartidor de arepas.
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Debía hacerlo con prisa, pues a las 6 de la mañana ya tenía que iniciar el camino hacia el colegio para conseguir su título como bachiller, en Cali . Sin embargo, ahí no terminaba su jornada.
Al mediodía, Mauricio empezaba su segundo trabajo del día: era empacador en una empresa de envíos y en ocasiones también hacía entregas. El cansancio pasaba a un segundo plano porque debía regresar a casa para cumplir con los deberes escolares.
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Y así fue su vida aproximadamente durante un año en el que, según dijo, dormía cuatro o cinco horas máximo.
La vida puso en su camino a una amiga a la que le contó su gusto por la peluquería y ella se encargó de recomendarlo en un salón de belleza, donde llegó a servir tintos, lavar baños y auxiliar a los estilistas. Ocho meses después ya cortaba el cabello y dominaba las paletas de sombras y las brochas de aplicación.
Fue así como Mauricio Leal empezó su exitosa carrera por lo que más le gustaba, exaltar la belleza. Después de ese momento parecía que su éxito no tenía techo y resultó siendo el favorito de muchas famosas en Colombia e, incluso, un referente en el exterior.
Carolina Cruz , Andrea Serna, Carmen Villalobos, Gabriela Tafur, Fanny Lu, Cristina Umaña y una larga lista de famosas recibieron el conocimiento y la experiencia de Maíto, como era conocido entre sus amistades. Y no solo clientas de renombre, también quien quisiera ser atendida por él o por uno de sus pupilos ha podido hacerlo en la calle 81 con carrera 12, en el norte de Bogotá, donde está su peluquería.
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Cuando estoy cortando el pelo le pido a Dios que le ayude, que mejore la vida de esa persona y que le ponga el cabello lindo, todas esas cosas que no se pueden perder. Y lo hago en mi mente
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Las circunstancias de su muerte aún no son claras. Cualquiera que sea el escenario causa gran tristeza que un hijo aparezca muerto junto a su madre, sobre todo, un profesional que se ganó el cariño y el respeto de sus clientas, famosas y no famosas.