Difícil salir a las calles de Bogotá sin que a pocos pasos se encuentre uno con todo tipo de aglomeraciones. El COVID-19 no se ha ido, sigue matando a centenares de personas en Colombia a diario, pero esto parece no recordarse en las filas de los bancos, en los juegos de ajedrez de los adultos mayores, y otros lugares en donde el distanciamiento se ha perdido.
Al recorrer varios establecimientos comerciales, restaurantes y tiendas, muchos están incumpliendo con la capacidad de aforo y el uso de alcohol y gel. La toma de temperatura no se realizan con la rigurosidad que se debe.
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Se ven establecimientos de alimentos superando el 50% de aforo y algunos ni siquiera usan los termómetros, tampoco registran los datos personales y el gel antibacterial brilla por su ausencia.
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Y es que no importa si el restaurante es de cadena o si es poco conocido, vuelve y juega la ausencia de medidas sanitarias.
Como si fuera poco, las barras de atención al aire libre, en donde debería haber máximo una persona, la gente se aglomera y hasta arma la charla sin tapabocas.
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En las calles se ven las rutas de las ciclovías completamente llenas, personas esperando para cruzar el puente sin medida de distanciamiento y, en muchos casos, sin el uso adecuado de la mascarilla
El panorama no pinta bien. ¿Qué pasó con las medidas establecidas por el gobierno para esta nueva normalidad? ¿Quién está ejerciendo los controles? Nos estamos relajando y el COVID-19 ha demostrado que bajar la guardia es la invitación perfecta para que toque a la puerta.