“Es una sensación que no se la deseo a nadie, es algo muy aterrador”, así describe el patrullero Juan Contreras lo que vivió en el CAI La Aurora en Bogotá , donde quedó atrapado cuando vándalos quemaron el lugar con él y sus 14 compañeros adentro.
“Cerramos la puerta. Al momento de cerrarla, como fueron tantas las piedras, decidimos poner los escudos detrás de la puerta, detrás de cada vidrio, para aguantar más los golpes”, recuerda el uniformado.
Luego, les lanzaron los elementos incendiarios con los que le prendieron fuego al CAI. El policía cree que eran bombas molotov.
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“Se nos alcanzaron a entrar las llamas, entonces nos corrimos todos para atrás y con el balde de arena intentamos apagarlo, porque era lo que teníamos como primera instancia. Con el extintor tratamos de controlar las llamas que nos tiraron, pero fueron demasiadas", dice.
"Cuando se nos acercan por un lado a darle piedra al CAI, para abrir un hueco, uno de los encapuchados dice: ‘tírela por ahí, que por ahí ellos se van a ahogar y van a salir’; entonces uno de ellos se acerca, la tira y alcanza impactar a uno de mis compañeros en el rostro, el cual fue tratado rápidamente con el extintor de los primeros auxilios que teníamos en el momento”, detalla el policía.
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Cuando sintieron que no podían más y que iban a morir salieron.
“Fue tanto el humo y el desespero por dentro que decidimos salir. Salimos con las manos en alto, en señal pacífica, para que nadie nos fuera a agredir, para que no pasara nada malo, pero no tuvieron compasión y ahí arremetieron con lo primero que encontraron”, sostiene Juan Contreras.
Al salir con vida, lo primero que hizo este patrullero de 20 años, que lleva uno en la Policía, fue llamar a su familia.
“Ninguna mamá quiere que su hijo sufra así y uno nunca se va imaginar que va pasar esto. Mi mamá ha sido la más afectada de mi familia, a la que más le ha dado duro todo esto”, confiesa.
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El patrullero Contreras y sus otros 14 compañeros, incluso el que tiene una leve quemada en la cara, se recuperan en sus respectivas casas.
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