En la mañana del pasado jueves 20 de marzo, María Mercedes Azuero, una deportista que suele ejercitarse en los cerros orientales de Bogotá
, sufrió un insólito robo en la quebrada La Vieja, ubicada en la zona oriental de la capital del país. A la mujer le robaron una cifra cercana al millón de pesos y un celular, el cual pertenecía al hijo con quien transitaba por esta zona natural de la capital.
La inseguridad tiene sin sueño a miles de habitantes de Bogotá, pues cada vez parecen ser más los casos de robo que se presentan a plena luz del día. El caso de Azuero, de hecho, ocurrió en horas de la mañana en una zona aledaña al sendero que conduce a una de las quebradas más conocidas de la ciudad. Y es que a la mujer no solo la robaron, sino que también la secuestraron por un par de horas.
Todo inició a eso de las 6:45 de la mañana cuando Azuero subía por una zona aledaña a la quebrada La Vieja en el oriente bogotano. La mujer se encontraba junto a su hijo en un espacio que, afirma ella, tradicionalmente usaba para meditar, hacer yoga y hasta conversar de temas profundos y familiares. Entre árboles y el sonido de la naturaleza, ella y su pariente decidieron detenerse para hablar y descansar. En medio de los matorrales y el resonar de los pájaros, escucharon llegar a dos personas desconocidas.
"Aparecieron dos hombres jóvenes armados con armas de fuego, armas blancas y en el momento que nos vieron nos dijeron 'quédense quietos, no se vayan a mover. si se mueven les disparamos'", dijo la entrevistada por Noticias Caracol.
Tanto María como su hijo eran conscientes de que la zona por la que se movían solía ser muy insegura, por lo que optaban por visitar esta zona natural sin objetos de valor. Lo poco que llevaron fue un reloj inteligente para hacer deporte y un dispositivo móvil para tomar fotografías, pero lo que no sabían era que su decisión de no llevar objetos valiosos le iba a costar una de las peores experiencias de su vida.
Por las pocas pertenencias que tenían las víctimas, el robo se fue transformando en un secuestro de varias horas en el que los ladrones, usando armas de fuego y cortopunzantes para intimidarlos, obligaron a madre e hijo a pedirles dinero a sus familiares a través del teléfono. "Subir sin nada era mucho más peligroso porque empezaron a decir que si no pagábamos y no les dábamos lo que necesitaban nos iban a retener más tiempo", agregó Azuero.
Les pidieron una suma de tres millones de pesos para dejarlos ir con vida, pero entre familiares a los que contactaron solo pudieron recolectar 900.000 pesos. Los delincuentes le exigían a María "que buscáramos contactos para que consiguieran la plata que necesitaban", pero ella sabía que no disponían ni siquiera de una tercera parte de lo que podía costarles su vida.
"Les dije que (podía darles) máximo un millón de pesos porque mi hija no manejaba más dinero en la cuenta y que ese era el dinero que teníamos para transferir. ellos dijeron que no era suficiente y que ellos se transaban con 3 millones", explicó la mujer.
En ese afán por lograr transferir el poco dinero que tenían las víctimas para comprar su libertad en una ciudad inundada de delincuencia, los ladrones movieron a las víctimas hacia diferentes puntos del cerro, con el fin de obtener la señal suficiente que les permitiera recibir el dinero vía transferencia móvil. "Nos decían que nos iban a llevar a otro lado y nos comenzaron a mover de lado para que hubiera señal. Estaban muy angustiados de que no llegara el dinero", agregó la mujer.
Como finalmente no pudieron conseguirles el dinero solicitado a los ladrones, la madre y su hijo tuvieron que entregar el teléfono celular. Eso sí, durante las horas que estuvieron secuestrados solo podían ver la tierra y las hojas que rodeaban la quebrada, pues los delincuentes los amenazaban con dispararles si no mantenían mirando al suelo.
Mientras el tiempo pasaba y las víctimas rezaban para que los ladrones los dejaran libres, estos trataban de justificarse diciendo que se veían obligados a delinquir porque tenían hijos y "el Gobierno no les había dado muchas oportunidades. Que estaban aguantando mucha hambre, que lo que les habían prometido no se los estaban dando y que eran privados de la libertad y a ellos nadie les daba trabajo", según relató Azuero.
Los delincuentes, pasadas varias horas, finalmente se dieron a la huida tras robarles en transferencias monetarias una cifra cercana al millón de pesos y un teléfono celular. Les amenazaron nuevamente y les advirtieron que no podían denunciar, pues que si los descubrían los iban a buscar nuevamente. Pese a las advertencias, la mujer abandonó el lugar y acudió a las autoridades, pero la respuesta no fue la más esperada. "Cuando fuimos al CAI nos dijeron que no nos podían ayudar", dijo la entrevistada, quien tuvo que hacer la respectiva denuncia por Internet.
Por su parte, el mayor Carlos Alberto León Sánchez, jefe seccional de Carabineros, dijo que una vez se tuvo conocimiento de los hechos se adelantó un procedimiento para investigar y seguir a los responsables.
"Una vez tenemos conocimiento e los hechos, de manera inmediata, se designa un personal de la seccional de investigación criminal y de la seccional de inteligencia para determinar, detalladamente, tiempo de modo, lugar identificar las personas y dar captura inmediata de estos sujetos", dijo León a Noticias Caracol.
*Para la elaboración de este artículo se usó información suministrada por el periodista Juan Andrés Beltrán, de Noticias Caracol.
JULIÁN CAMILO SANDOVAL
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