Después de este reportaje que le hizo Noticias Caracol en 2018, hubo gran preocupación por la salud del general Sandúa. Fue llevado a varios ancianatos para que terminara sus días lejos del pavimento y, finalmente, lo internaron en una clínica de Sibaté.
Ansiaba la libertad, estar en la calle, pero para las personas que lo conocían, incluído su gran amigo, el sacerdote Gabriel Gutiérrez Ramírez, frayñero, era imposible dejarlo allí por su estado cada vez más delicado.
El religioso, que lo asistió en sus dolores físicos y espirituales, resalta que Aníbal Muñoz, el nombre real del general, había decidido vivir en los andenes. Sí, aunque sea difícil de creer para algunos, esa era su "casa". Solía dormir en la esquina de la carrera Séptima con avenida Jiménez. "Nunca aguantó hambre", agrega.
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El mayor de siete hermanos y padre de tres hijos a quienes no volvió a ver, llegó a la capital hace más de 30 años, procedente de Antioquia. Había nacido en Caldas.
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"La vida del abuelo es muy triste y más para las personas de la calle", le dijo a este noticiero aquella vez que, en medio de la nada pero al lado de su todo, los amigos le festejaron la vida.
Este sábado, debido a complicaciones relacionadas al coronavirus COVID-19, según el Distrito, falleció en el Hospital El Tunal. Sus parceros del parque Santander, en el centro de Bogotá, serán quienes más lo extrañen.
"Nada de trago, nada de cigarrillo, nada de marihuana ni demás vagabunderías que hay ahora", era su consejo y su secreto.