Donato dejó su amada Venezuela y llegó a Colombia en abril de 2017, se radicó en Bogotá y comenzó a trabajar como instructor de ‘fitness’. Su vida transcurría entre montar coreografías y nuevas rutinas de baile, pasando por todos los géneros musicales.
En abril de 2021 su vida dio un giro inesperado por cuenta de la delincuencia. Cuando salía a trabajar, fue atacado por cuatro delincuentes que le robaron su bicicleta y, no contentos con esto, le propinaron golpes contundentes en la cabeza.
Al pasar las horas y días, Donato comenzó a sufrir intensos dolores de cabeza, al punto que el 26 de abril de 2021 ingresó al Hospital de Kennedy tras haber perdido el conocimiento, terminó en la UCI y los médicos diagnosticaron trauma craneoencefálico.
Ese joven alegre, amante del baile, quedó postrado en una cama y perdió el movimiento de su cuerpo. Su madre, quien estaba en Venezuela, viajó de inmediato para comenzar una lucha por su recuperación.
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“Cuando él se cae, uno de los que le iba a quitar la bicicleta le dio su botellazo, él como pudo tiró patadas y puños y salió corriendo”, indica Zenaida Vázquez, la mamá de Donato.
Fueron meses tocando puertas, luchando por una medicina y un milagro que le devolviera la movilidad a Donato.
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“Le dio parálisis cerebral, la meningitis que le dio, luego duró un mes hospitalizado, después le dio seis infartos cerebrales”, relata la madre de Donato.
Y ese milagro llegó, no como caído del cielo, sino desde la sucursal del cielo, desde Cali. El 13 de noviembre Donato comenzó su tratamiento con el doctor Carlos Canencio en Biomedical y con el paso de los días los cambios comenzaron a ser más notables.
Las terapias comenzaron a dar los primeros resultados, Donato volvió a hablar, no con la fluidez de siempre, pero poco a poco las palabras regresaron. Incluso hasta le cantó a Ana María, su terapeuta, durante su cumpleaños.
El daño cerebral que tenía Donato era irreversible según les dijeron, pero con mucha fe, esperanza y disciplina este equipo médico ha logrado lo que se creía imposible.
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Tras un año y un mes de tratamiento, Donato avanza rápidamente con un solo objetivo, volver a sonreír y bailar como antes lo hacía con cada nota musical.