El sistema hospitalario deBogotá está en alerta roja. La ocupación de las unidades de cuidado intensivo se ubica en el 91.8%, es decir, la capacidad de respuesta de la ciudad para atender enfermos graves de COVID se reduce a tan solo 174 camas.
Las recientes marchas se dan, según autoridades y médicos, en el momento más difícil en materia de presión al sistema de salud pública por el que alguna vez haya atravesado la capital.
“Se nos empieza a congestionar urgencias más o menos a los 5 o 6 días y hospitalización y cuidados intensivos más o menos a los 10 o 12 días; de manera que pues, desafortunadamente, en términos epidemiológicos y de salud pública el nivel de aglomeración que vimos hoy pues va a tener consecuencias que ya tendremos que afrontar”, indicó la alcaldesa Claudia López.
No solo se trata de los contagios a futuro, los efectos son inmediatos como ya se ve en Bogotá, donde 107 personas resultaron lesionadas en medio de los desmanes y terminaron congestionando el sistema de salud, ya colapsado.
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“Es que ya lo estamos viendo, hay pacientes que llegan muy críticos, como es el caso de un policía, tuvimos el caso de pacientes heridos, eso ya tiene un impacto inmediato”, manifestó Fabián Rosas, presidente de la Asociación de Especialistas en Medicina y Urgencia.
Y asegura que aunque desde el sector salud apoyan las demandas que convocan a este paro, las manifestaciones en masa en medio de este tercer pico no son la alternativa.
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“No creemos que sea la forma de poderse manifestar porque tiene un impacto en la respuesta de salud y esto va a ser que se consuman los recursos y los insumos que van a estar destinados a pacientes graves de COVID, entonces creo que sí va a tener un impacto muy significativo a corto y mediano plazo”, anotó Rosas.
Un panorama que contrasta, pues la situación epidemiológica de la ciudad obligó a suspender procedimientos quirúrgicos no urgentes de mediana y alta complejidad con el fin de no colapsar el sistema de salud.