Según los datos obtenidos satelitalmente por la firma TomTom Traffic Index, Bogotá
se ubicó como la ciudad más congestionada del mundo en hora pico. El informe reveló que, en 2022, los bogotanos perdieron alrededor de 132 horas metidos en el tráfico.
De acuerdo con el experto en movilidad Edder Velandia, esto se debe principalmente a que Bogotá es una ciudad que se encuentra en obra, lo que dificulta el desplazamiento de los vehículos. Adicionalmente, señala que cada vez las personas prefieren utilizar medios de transporte particulares que públicos por diferentes motivos relacionados con la seguridad, la economía y la comodidad.
Acorde con el experto, otro de los motivos por los cuales se ha visto afectada la movilidad es el regreso a los trabajos presenciales después de la pandemia del COVID-19 y cómo están definidas las jornadas laborales, ya que la mayoría de los ciudadanos deben desplazarse casi siempre a la misma hora hacia sus destinos.
Para Fernando Rojas, analista de movilidad, los motivos y las variables por los que se genera un trancón son diversos y abarcan problemas en la vía, el mal comportamiento de los conductores, la falta de señalización y de cultura ciudadana.
Asimismo, asegura que la problemática se viene presentando desde hace mucho tiempo, incluso cuando había menos cantidad de carros particulares en la ciudad: “Es un problema recurrente, pero ahora se tiene la percepción generalizada de que se ha salido de control”.
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El analista comenta que, para el año 2002, Bogotá tenía aproximadamente 500.000 automóviles y 30.000 motocicletas en circulación y, en la actualidad, la ciudad tiene alrededor de 500.000 motos y 2 millones de carros. Según Rojas, esto se debe a la deficiencia del transporte público.
El experto señala que el transporte público se ha promovido mucho desde el discurso, pero no cumple con las necesidades que tienen los usuarios para preferirlo.
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“El transporte integrado no está llegando a todos los lugares de la ciudad, entonces termina siendo más costoso para la gente porque necesitan pagar doble pasaje. Las personas se están llenando de argumentos para no usar el transporte público porque les sale más económico comprar una moto”, explica.
Por otro lado, Rojas recuerda que Bogotá se desarrolló juntando barrios de la periferia, por lo que muchos sectores no tienen una construcción vial conectada a las calles principales. En este sentido, señala que la infraestructura no corresponde al tamaño de la ciudad ni a su crecimiento.
Por este motivo, sugiere que se debe hacer un análisis riguroso sobre el papel de los vehículos particulares en la ciudad y, en lugar de satanizarlos o generar más dificultades para su adquisición y movilización, se deben diseñar estrategias o acciones que les permitan mejorar las condiciones.