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Más de 100 agentes encubiertos ponen en riesgo sus vidas a diario en Bogotá para desmantelar estructuras delincuenciales. Para lograr el objetivo, se caracterizan hasta ganarse la confianza de los criminales y luego se juegan la vida, literalmente, en medio de ellos.
"Lo primero que hace uno es caracterizarse. Eso es dependiendo de la organización", asegura uno de los agentes encubiertos.
Este joven agente se ha infiltrado en más de cinco bandas delincuenciales en Bogotá y cuenta el momento más difícil de su trabajo.
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"Me secuestraron por tres horas, me golpearon, me sacaban información y me decían ‘es que usted pareciera que fuera tombo’. Uno siempre parado: ‘No soy tombo’. Me dejaron desnudo y me ponían el fierro en la cabeza, en la boca y me decían ‘¿quiere que le pegue su tiro?’", cuenta.
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Y aunque su familia no puede saber sobre su trabajo, este agente encubierto dice que los lleva en la mente en cada misión.
"Uno piensa en la familia, en sus hijos, es lo único que se le viene a la cabeza", señala.
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Otro agente infiltrado también relata cómo ha sido testigo de la crueldad de los criminales.
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"‘A esta persona hay que cometerle un homicidio’, es lo más impactante porque es jugar con la vida del ser humano", afirma el policía.
Pero, pese al riesgo, ambos iniciarán nuevas misiones la próxima semana, convencidos de su vocación como agentes encubiertos. "Esa es la satisfacción del deber cumplido", sostiene el uniformado.
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El trabajo de los agentes de inteligencia ha permitido las capturas de más de 880 personas este año por el delito de tráfico de estupefacientes.
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