Si bien es cierto que la ley se debe cumplir y que a los infractores se les tiene que sancionar cuando se lo merecen, ¿por qué a los operadores de las grúas se les notan las ganas de levantar tantas motos en Bogotá? La respuesta parece tenerla un exoperario.
“Eso es una corrupción. Lo que tienen en Movilidad con los patios, las grúas y los policías son negocios”, manifiesta el extrabajador, que se alejó de este oficio tras dos meses en los que alcanzó a fijarse cómo eran las artimañas: “al policía se le pagaba 10 mil, hay unos que se les paga 7 mil”.
A eso de ir por las calles a toda levantando motocicletas lo llaman raspar y la estrategia es tan infame como dolorosa, pues en apenas un par de horas, cuadran lo de todo un día y hasta muchísimo más.
“Por mal que le fuera se sacaba dos viajes o tres. Cuando le iba a uno bien, que tenía la unidad en la mañana y en la tarde, alcanzaba uno a sacar 23 o 25 servicios en un día”, añade.
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Al hacer las cuentas con 25 servicios, significa que el policía que es corrupto se embolsilla en promedio $250.000 pesos al día, mientras que el conductor de la grúa $175.000 y el auxiliar, $150 mil pesos.
Cuando no hay coartada con el agente el cargue es “flojo” y, fácilmente, el de la grúa se vuelve el hazmerreír del grupo, por eso hay que hacer caso, dice el exoperario: “mi labor era cumplir las órdenes de los policías e inmovilizar motos y carros”.
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A todas estas, ¿qué dice el concesionario de grúas y los patios del tránsito? “Hay que invitar a la ciudadanía, a todos, a nuestros propios funcionarios a denunciar este tipo de prácticas”, dice el gerente.
Espere el tercer informe con duros testimonios de afectados por esta práctica.