Tremendo drama vivieron los hijos, nietos y allegados a doña Isabel Jiménez, una mujer de 88 años que resultó contagiada por COVID-19 y falleció producto de esa enfermedad.
El 26 de diciembre, el hospital San Blas, del sur de Bogotá, se comunicó con la familia de doña Isabel para darle la mala noticia.
Dos días después, el centro médico entregó el cadáver, el cual debía ser sepultado de inmediato, como lo estipula la ley, por ser un caso de COVID-19.
Sin embargo, sus seres queridos elevaron plegarias por el descanso eterno y lloraron frente a un cuerpo que no correspondía al de la mamita Isabel, como le decían cariñosamente.
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“El 30 nos llaman a decirnos que qué pena, que perdonen, pero que el cuerpo que nos habían entregado no era el de mi mamita”, dijo Ana Elsa Duarte, una de las hijas de Isabel.
En San Blas se enteraron del error porque la familia de un hombre que murió allí fue a reclamar el cuerpo y este no aparecía: en las frías camillas solo estaban el de Isabel y el de otra mujer, aseguró Yeimi García, una nieta de Isabel.
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Ante lo ocurrido, el San Blas permitió a uno de los hijos de Isabel que vistiera un traje especial de protección para COVID-19, le pidió que firmara unos documentos y le autorizó el ingreso a la morgue para que reconociera el cadáver y lo extrajera para que, ahora sí, pudieran orar y llorar a su ser querido.
Finalmente, la funeraria contactó a la familia y le ofreció un lugar para sepultarla en el cementerio El Apogeo, en el sur de Bogotá.
El San Blas atribuye el error a un funcionario de la funeraria.
“La señora la embalamos y la rotulamos con su identificación, la bajamos al depósito transitorio de cadáveres de nuestra red, esperando que la funeraria llegara, llega la funeraria autorizada por la familia y retira el cadáver equivocado”, dijo Jeannethe Pava, directora hospitalaria de la Subred Centro Oriente.
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